Todas conocemos el Síndrome postvacacional. Esa profunda depresión que te entra cuando acaban las vacaciones y tienes que volver a la realidad. ¿Pero qué me decís del Síndrome prevacacional? Para mí era un gran desconocido hasta que me dije a mí misma que lo que me pasaba no era normal. Quizás es una manera de justificarme o que esto es como la casa de gran hermano, todo se magnifica. Pero quería compartir con vosotras situaciones con las que te identificarás si sufres el Síndrome prevacacional: 

  1. Andas como pollo sin cabeza intentado cerrar todos los pendientes. Inocente de ti vas a pretender cerrar en un mes todo lo que no has hecho en tres. Claro que sí guapi.
  2. Estás más irritable. Todo te molesta. Yo he llegado al punto de que prefiero casi ni hablar. Porque como me chinchen más de la cuenta libero a mi Hulk interior y sálvese quien pueda.
  3. Estás exhausta. Tu seguirás trabajando, pero tu cuerpo y tu mente han decidido que empezaban antes las vacaciones. Y así no hay quien pueda.

    Otro informe no por favor
  4. La poca paciencia que te caracteriza, también te lanza un fuera de la oficina. Junta esto con el punto 2 y ya tienes un arma de destrucción masiva perfecta.
  5. Estás desmotivada de todo. A mí me molesta hasta que me manden mails pidiéndome cosas. A estas alturas todo se me hace un mundo y cuesta arriba.De verdad os lo digo, iros de vacaciones de una puta vez.
  6. Odias y envidias  profundamente a los que ya están de vacaciones. Principalmente a los compañeros a los que te toca cubrir y han dejado mil cosas a medias. Ganas de matar aumentando.

    Tal que así
  7. Te estresas por cualquier cosa o cambio de última hora. Seguro que pensaste que Julio -Agosto sería un mes tranquilo y podrías avanzar y ponerte al día. Meck. Craso error baby. Una vez más las altas expectativas se  han reído en tu cara y están siendo unos meses de mierda.
  8. El tiempo se te hace eterno. Es peor que cuando te estás haciendo pis a muerte y parece que no llegas. Todo se ralentiza exageradamente.

    Yo cada día en la oficina
  9. Levantarse cada mañana es un mundo. Si sumas todos los puntos anteriores ¿Quién va a querer salir de la cama con este panorama? Yo desde luego no.
  10. Te cagas en la jornada intensiva. Y no porque no te parezca una idea estupenda. No, no, no. A mí me parece maravillosa. Pero en mi caso es prácticamente inexistente. Así que me cago en ella porque me recuerda que podría estar echándome la siesta pero en cambio estoy redactando un puto informe.

Así que si eres como yo y estás sufriendo una, varias o todas las situaciones anteriores, no desesperes, que todo llega. Llegará el día en que te vayas de vacaciones y te repongas de todo. O al menos eso espero. Porque si no es así, un día quemo la empresa y a tomar por culo el estrés, las prisas, los informes, la jornada intensiva y su puta madre