Llevo unos cuantos años lidiando con mis lorzas y mi peso. Ellas y yo nos conocemos muy bien, somos buenas amigas y de vez en cuando hasta tomamos unas cañas.  No me voy a avergonzar de estar gorda y tengo la suerte de que nunca me importasen las miradas de la gente o los comentarios y tengo un novio que me adora como si fuera una maldita Diosa del Olimpo. Dichoso él que me ve con buenos ojos y me come con ellos. Lorzas y estrías incluidas.

Por eso cuando he tenido algún problema de estos siempre me río. Lo hago, porque puedo y porque quiero. Y si no lo hago luego viene mi novio y me dice que me va a comer entera para que se me quiten las tonterías.

Primero:

-Muslos rojos como el culo de un babuino. Y no hablo de el roce típico que todas conocemos. No. Hablo de piel en carne viva. Nunca uso vestidos porque nunca me gustaron, pero ahí atrás para una boda en la playa decidí que un vestido de lino blanco me quedaría de puta madre. La cuestión es que conociéndome ya, me puse debajo del vestido una especie de faja con pantalón para que no me rozaran los muslos. Pero a mitad de la boda con el calor infernal que hacia decidí quitármelo. Entre el sudor y el movimiento no me di cuenta de que algo me dolía hasta que no nos sentamos para cenar. Y al levantarme para ir al baño un buen rato después casi me muero del dolor, horroroso. Mi novio que es un encanto se ofreció a hacer de todo. Pero la cuestión es que iba tan dolorida y escocida que ni me planteaba caminar los 50 metros hasta el baño para ponerme de nuevo las mallas. Así que mi novio se las ingenio para ir a mi coche, cogerme un pomo de crema hidratante, polvos de talco y volver junto a mi para ponérmelo por debajo de la mesa disimuladamente. Todo iba bien hasta que la madre de la novia pensó que mi chico me estaba metiendo mano en el medio del convite.

Segundo.

Sillas en las que no entras. No es del todo cierto. Entrar entré. Pero me estaba clavando en las piernas los reposabrazos de una manera que no era normal. Si, estaba sentada en la silla pero no había forma de que mi culo no sobresaliese por los laterales como si me estuviera derritiendo. Estaba incómoda pero estaba con unos amigos y tampoco era plan de decirles que si podíamos ir a un sitios con sillas tamaño humano. Porque estoy gorda, pero aquellos asientos era para Barbies. Y cómo no nos movimos, ahí me quedé yo hasta que mis piernas se durmieron. Me quise levantar para ir al baño y estirar un poco las piernas, pero las rodillas me fallaron y caí contra una maceta de flores. Un espectáculo digno de ver. Mis amigos se rieron e hicieron lo que hacen siempre, sacaron fotos e hicieron memes. De hecho me hubiera sentido incómoda si no lo hubieran hecho así. Son unos cabrones pero los adoro.

Tercero.

Un vestido traicionero. Mi madre se empeñó en que me mirara un vestido para fin de año. Aunque yo soy más de traje. Y para hacerle callar nos fuimos a un centro comercial mi chico y yo a mirar alguno, así le mandaría unas fotos a mi madre y con eso se quedaría tranquila aunque luego hiciera lo que me saliera del higo. No nos engañemos, mi novio odia comprar, pero hará cualquier cosa con tal de verme desnuda, así que vino.  Miramos un vestido y curiosamente entró como un guante. A mi novio se le cayó la baba y hasta pensé en comprarlo de verdad y todo hasta que…

 

Oh…Joder.

 

El vestido había entrado pero no salía. Se me quedó atascado en el pecho y aquello no iba para adelante ni para atrás. Al final se le rompió la costura y la cremallera al forzarlo con mi novio. Pensé que me moría de vergüenza al tener que explicárselo al dependiente. Pero no. Le dije: Me lo puse, me entró pero lo rompí al quitarlo porque no salía. El de la tienda debió pasar más incomodidad que yo porque dijo que no me preocupara.

¿Tenéis algunas situaciones así por ahí? No estáis solas.