Las redes sociales y sus nuevas normas y nuevo lenguaje para comunicarnos entre nosotros: todo empezó bien, con sus cosillas pero muy similar a la realidad. Tanto es así que generaciones menos modernas siguen sin entender que haya algo que ha cambiado y si tienen que decir “Amén” en una foto para que Dios les ayude, lo hacen. Sin embargo, día a día, los modernos decimos y hacemos cosas que jamás diríamos ni haríamos en la vida real. Nos decimos de todo: bueno y malo. Pero hoy os vengo a hablar de todo eso tan bueno que nos soltamos que jamás ocurriría en la vida real.

No me malinterpretéis, prefiero una vida entera de estos extraños piropos que nos hemos inventado que de haterismo cutre. Pero CREO que podemos relajarnos todos con nuestras pasiones instagrameras: dejar de decir todo lo que no decimos o hacemos en la vida real.

Cuando te dices las cosas por whatsap en vez de a la cara ESTANDO JUNTOS

Os propongo que viajéis conmigo.

¿Qué pasaría si eso que hacemos en Instagram lo empezáramos a hacer en otros lados?

Imaginaos un día en Madrid, un día de vuelta del curro en metro.

Comentarios en fotos de gente que hace años que no ves

Tú te subes a un vagón y al fondo del otro ves a tu amiga Patricia del colegio. Patricia ese día va muy guapa. Tú te acercas a ella y le dices “tía, vaya pibonazo estás hecho; eres fuego, fuego”. Patricia te mira extrañada pero ella es muy de quedar bien y a pesar de los nueve años que lleváis sin hablar, te responde: “te como la cara”; no, retrocedamos, no te responde nada. Lo empieza a hacer. Te empieza a comer la cara. A mordiscos, sin compasión.

Relaciones con gente que a penas conoces

Te recompones de los mordiscos y vuelves a tu vagón, sin despedida de ningún tipo. Te sientas y te encuentras con uno con el que coincidiste en unos eventos por trabajo hace unos meses. No sabes su nombre, sabes que en sus círculos le llaman Juancho88 y que vais a los mismos sitios con días de diferencia (aunque no sabéis quién sigue a quién). A menudo, cuando coincidís, os hacéis con las manos formas de corazón pero no os decís nada más. Sois amigos en alguna clase de plano de la vida.

El caso es que está a tu lado, le reconoces y le sueltas que le amas. Que le PUTO amas y le das un abrazo que oyes hasta una costilla crujirse. Y él, que no te conoce demasiado pero que es muy agradecido, te devuelve tu confesión de amor con unos mordiscos: otro que te come la cara.

A ti ya no te queda cara en exceso pero viaje en metro para rato.

Interactuando con nuestros ídolos

Él se baja, sin mediar más conversación, y tú te quedas. Según levantas la vista, ves de pie sujetándose en el asidero de arriba a tu ídolo de la infancia. No te lo puedes creer. Es él. Tan guapo, tan bien iluminado, tan perfecto. Le has visto tantas veces desnudo en fotos y series y pelis que conoces cada cicatriz de su cuerpo. Le miras y SIN MOVERTE DE TU SITIO le empiezas a chillar que le quieres, que es el mejor y que ES TU CUMPLEAÑOS.  Él que no sabe de qué va la vaina, junto a ti hay otros diez gritando lo mismo, y empieza a dar besos a la peña.  Y a ti, que eres la que lo ha dicho antes, te grita que felicidades y que, por lo visto, eres SU amor: “Felicidades, mi amor”, te suelta.

No sé quienes sois pero sois mis fans y os amo como a mi madre

Menos mal que este no te ha comido la cara.

Preguntar a la gente dónde se ha comprado las cosas

Finalmente, te bajas en tu estación y de camino a casa un montón de gente te va parando para preguntarte por lo que llevas puesto: dónde te has comprado la cazadora y la falda. Y las gafas que llevas. Y ese pintalabios. Tú te les contestas a todos. También te preguntan por tus zapatos y, a los que lo hacen, les das la tarjeta de la zapatería de tu madre,  que ahí fue donde los compraste tú y les sueltas un descuentito.

Los stories

Llegas a casa por fin. Te pones música y te quedas dormida en el sofá. Te despierta tu compi de piso diciéndote que tiene mazo que contarte: apaga la luz, sube el volumen de la música y empieza a contarte con frases inconexas de 15 segundos lo que hizo anoche estando de pedo.

Volvamos a la realidad…

A ver, como mínimo sería un día movidito e incómodo ¿no? Que yo sé que la pantalla da ese espacio mágico en el que nos protegemos de todo pero ¿qué episodio de Barrio Sésamo me perdí sobre el piropeo moderno en redes? ¿esta forma de comunicarnos se nos está yendo de las manos? ¿Es un caso de renovarse o morir? ¿Poner AMÉN os ha ayudado a alguien? Yo ya me pierdo.

Supongo que es la vida hashtag digievolucionando.

¿Y tú qué cosas crees que decimos y hacemos que jamás diríamos ni haríamos en la vida real?

 

@tengoquenayque