Parece absurdo tener que decir este tipo de afirmaciones, pero en realidad, hay mucha gente se cree con derecho a todo, justificándose en sus propias inseguridades…pero déjame que te diga algo, tener poca autoestima no te da derecho a ser gilipollas…
Tener inseguridades es normal, y cada una tiene que lidiar con ellas de la mejor manera que pueda para mantenerlas a raya y superarlas.
Pero esa manera, NUNCA, NUNCA, NUNCA, podrá significar hacer lo que te salga del toto sin importar lo que te lleves por delante.
En el momento que hagas o digas algo que hace daño a un tercero…
Perdona amiga, pero no es que tengas poca autoestima, es que eres MALA PERSONA.
Y decir «ay perdón», me sentía inferior y fue mi manera de reforzarme porque tengo a derecho a lo que sea para estar bien…STOPPPPPPPPPPPPP
NO, ni estar pasándolo de pena, ni tener poca autoestima te exime de las responsabilidades de tus actos, no todo vale.
Y ya no hablo sólo de responsabilidades para con los demás, también contigo misma. Porque al igual que no te haces responsable de tus actos, tampoco te sientes responsable de las consecuencias que ellos tienen.
Y de nuevo, echarás la culpa a otros. Te escudarás en el “es que todo me va mal” “es porque soy flaca, baja, alta, gorda, rubia, morena…etc.” en definitiva, “ el mundo contra mí”
Cuando en realidad, en la mayoría de los casos, nosotras mismas somos las que desencadenamos ciertas situaciones con nuestros actos y decisiones que luego lamentamos.
A veces una hace algo o dice según que comentario sin realmente entender todo lo que hay detrás de ese gesto. Pero ahí es cuando una tiene que pensar el motivo por el cual está actuando de una u otra determinada manera.
Si la has cagado, pues la has cagado, reconócelo, pide perdón e intenta arreglarlo. Y en tu casa a solas, pregúntate porqué tuviste que hacer o decir eso.
Vamos, que ya está bien de no asumir responsabilidades, de estar a broncas como si estuvieras por encima del bien y el mal. Y todo escudándote en que no te gustas, o que fulanita “es mejor que tú”, que no, que no… insisto, tener poca autoestima no te da derecho a ser gilipollas
En el fondo todos sabemos cuándo no hemos actuado bien, pero no siempre nuestro propio orgullo no nos permite reconocerlo. Actuamos con rabia y frustración sabiendo que lo que hacemos está mal.
Pero la integridad de tu comportamiento nada que ver tiene con tu color de pelo o el tamaño de tus piernas. Sino de lo que realmente eres y llevas por dentro.
Si vas echando gasolina y prendiendo cerillas, no sólo vas a quemar el mundo que te rodea, lo más probable es que tú también salgas ardiendo.
