Tengo un imán para los infieles y mentirosos, pero mi madre también me parió con un radar para detectarlos, aunque no siempre de primeras. ¿Sabéis cuando estáis conociendo a alguien y os da en la nariz que hay algo que no cuadra? Como dice la gran Amyreyhu al otro lado del charco, ojo de loca nunca se equivoca.

Conocí a un negrazo africano que parecía sacado de un catálogo de lencería. Empezamos a quedar, un polvo llevó a otro y acabamos pasando juntos todas las noches durante dos meses. Pero no de quedar y menear el cartón, sino de dormir juntitos y abrazados. Me contó que llevaba diez años viviendo en el norte de España y estaba en mi pueblo trabajando en la construcción de un centro comercial, así que sería algo temporal. La cosa es que nos gustamos mucho y el muchacho empezó a hacer planes de futuro conmigo demasiado rápido, por lo que yo ya me andaba agobiando un poco. Finalmente, pasó lo que tenía que pasar: me quiso atar en corto, me rebelé y se terminó todo. Mientras todavía me seguía buscando, me llegó un mensaje de alguien desconocido preguntando:

—¿Tienes algo con mi marido?

—¿Quién es tu marido? —pregunté, y la respuesta llevaba el nombre del negrazo al que yo acababa de dejar. Quise ser sincera y le envié fotos de los dos juntos, ya que no creía mi palabra, para que pudiera tomar sus decisiones de manera más consciente. Su decisión fue quedarse con él, pero eso es otra historia.

Hombre negro le da la espalda a mujer blanca.

En otra ocasión, empecé a chatear con un chico muy atractivo y simpático. Tras mucha charla por aquí y fotopolla por allá, fijamos día y hora para vernos. La verdad es que tenía muchas ganas de que llegase el momento e imaginaba, o quería suponer, que él también. Pues nada, ahí estaba yo días antes pensando en mi atuendo y en todos los pequeños detalles, que es la parte que más me gusta de una primera cita… cuando vi que iban pasando los días y que ya apenas me escribía. Pensé que sería porque ya tenía lo que quería, una cita segura, así que ya no le hacía falta seducirme, por así decirlo. Pero había algo, de nuevo, que me decía que aquello era un poco raro. Directamente, le pregunté si tenía novia y me lo confirmó sin paños calientes. No sé por qué no se lo calló, pero agradecí saberlo a tiempo. No soy yo muy de meterme si sé que hay otra mujer. Llamadlo sororidad o principios, pero es algo que no hago… salvo que no llegue a enterarme. Así que cancelé la cita de inmediato.

Mujer chateando con su móvil.

Hace poco, estuve hablando durante mucho tiempo con un hombre con el que sentía que había mucho feeling. Hablamos durante días y días a través de una app, pero yo quería mandarle audios y fotos, así que le pedí el whatsapp. Me dijo que era muy pronto, que había conocido a mucha loca y no quería dar su número de teléfono tan rápidamente. Vale, lo respeté. Más tarde, le pedí alguna red social donde pudiéramos charlar de manera más cómoda. Me invitó a su Facebook, donde no había casi fotos suyas y apenas tenía amigos. ¡Oh, por favor, si vas a ofrecer un Facebook falso, al menos cúrratelo un poco más! Temiendo la respuesta y ya con una cita fijada, la misma tarde en que íbamos a vernos, le lancé la pregunta.

—¿Tienes novia?

—Estoy casado —fue su respuesta. Una vez más, cancelé la cita.

Hombre diciendo I'm a cheater.

Podría relatar varias historias más del estilo, demasiadas para mi gusto. Estoy segura de que muchas de vosotras también habéis conocido situaciones similares, como si ocultando la verdad no existiera. Son muchos los que, al parecer, tienen una relación abierta… sin que sus novias lo sepan.