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¿Nunca os ha pasado eso de intentar “autoengañaros” con algo? Por ejemplo: Voy a comer solo una cucharada de Nocilla y ya.  Pues llevo semanas repitiéndome el soniquete:

“Fran es majo, solo eso. No te está metiendo fichas. Un chico y una chica pueden ser amigos”

¿El problema? Que no me lo creo ni yo.

Como ya os he contado, Fran nos pilló como dos viejas del visillo así que el espectáculo duró poco. Que también os digo sin ningún tipo de pudor que algún día que otro me volví a aprovechar de las “vistas” de la habitación de Ana. Resultado cero. El chiquillo me cerró el chiringuito, cosa que entiendo perfectamente porque yo también lo haría.

Por suerte para mí los mensajes y las visitas de balcón “protocolario” siguieron con la normalidad del confinamiento. Cogimos una nueva costumbre: tomar el café de después de comer, cada uno en su balcón, mientras hablábamos por teléfono. Todo normal, de colegas, haciéndonos bromas, contándonos nuestra vida… Ahá…

Soy de tecleo fácil. Es decir, no soy de la clase de personas que piensa y luego escribe. No. Yo vomito lo que pienso. Pero esta vez tuve que releer el mensaje 3 veces. ¿Me estaba insinuando algo o vivo sugestionada por tanta película yankee? Y lo más importante: ¿el muy marrano era consciente de que yo seguía intentando pillar imagen por la ventana de Ana y ahora me estaba dando cuartelillo? No me juzguéis. Me puse nerviosa.

Yo soy básica como un botijo. Me pones música y te bailo. Esto podría considerarse como un problema (que a veces lo es) porque soy muy impulsiva, pero desde el prisma de optimismo y arcoíris de piruleta en el que vivo últimamente, es una ventaja. Conmigo lo que ves es lo que hay, sin más. Sencillo.  En resumen: que me fui a la habitación de Ana con una silla y un paquete de Pelotazos.

Allí estaba Fran con su pantaloncito corto y su camiseta de Ron Barceló. (Todos tenemos una camiseta alcohólica que no sabemos muy bien de dónde ha salido. RESPECT). Se tiró 15 minutos saltando a la cuerda. Oye, super bien. Yo con lo patosa que soy ya habría muerto, pero el chiquillo super bien. Se agachó a coger lo que luego confirmé que era la botella del agua y… CONTACTO VISUAL y sonrisa. Sólo se me ocurrió levantar el paquete de Pelotazos a modo de: EYYY HOLA. Móvil en la mano. Mensaje.

¿Me estaba imaginando cosas o me estaba tirando la caña? Entonces desaparece de plano y viene con una ¿silla/tabla de planchar? ¡Un banco de abdominales! Pues para ser deporte para “moverse”, le ha pillado equipado el confinamiento…

Así que decidí jugar: folio y rotulador negro. Acabó y se puso a mirar a la ventana, giré el folio: le puse un 7. Por joder.

Pues así nos tiramos 40 minutos. Él haciendo deporte y yo poniéndole nota. Tanto me metí en el papel que cuando acabó me puse a aplaudirle. Él, en agradecimiento, me hizo una reverencia, se giró y se quitó la camiseta mientras salía por la puerta de camino hacia la ducha.

Momento Nati Abascal: amigas, llevo casi 2 meses encerradas. En primavera. Con un muchacho que me manda mensajes bonitos y, que yo creo, me está tirando la caña. NO ME TOQUES LAS PALMAS QUE ME CONOZCO.

El resumen es que que a las 7 eché a Ana de su habitación (literalmente) para hacer pilates, con mi mejor look y una actitud que distaba mucho de ser la de dejar la mente en blanco. En general puedo afirmar que fui buena peeeeeeero…. Los últimos estiramientos, con el culillo en pompa, fueron hacia la ventana. Para que el muchacho se recreara con las vistas.

El resto de las horas transcurrieron normales. Ducha, llamada a mis padres, cena, sofá, Supervivientes… a eso de la 1, me llegó un mensaje de él.

Total, que decidimos levantar campamento las 3: Ana, Vega y yo.

Me estaba lavando los dientes cuando escucho a Ana, voz en grito (y finura, como es ella):

HOSTIA P. NIÑAAAAAAAAAAS.

Tras el sprint por el pasillo con la boca llena de pasta de dientes y los “shhh shhh los vecinos” que iba gritando Vega por el pasillo, llegamos a la habitación y vemos a Ana, con la luz apagada, pegada al cristal.

“No encendáis la luz, os lo pido por Dios, que nos pilla”

Allí estaba Fran. Desvistiéndose, lento. De espaldas a la ventana. Con la luz encendida.

“Pero ¿nos está viendo? ¿Nos está haciendo un striptease?”, preguntó Vega. Ana por su parte estaba a punto de abrir la ventana y ponerse a aplaudir.

A mitad de despelote (sólo quedaba el calzoncillo), se agacha y coge el móvil.  Y…lo supe tan pronto se agachó: NO. Mensaje. Brrr brr. Y SE APAGÓ LA LUZ.

 

ANA: Dime que no te ha escrito a ti.

YO: No.

VEGA: Las mentiras hacen llorar al niño Jesús (frase de los Simpson, no se lo tengáis en cuenta)

ANA: Me da que hemos visto un show privado… a ver voy a tener que cambiarte de habitación…

 

Y hui hacia mi habitación.

¿Confirmamos que no me estoy volviendo loca y haciéndome una película preciosa en mi cabeza y que este chico me empieza a poner el chichi como Pepsicola? CONFIRMAMOS.