Esta no es mi historia, es lo que le pasó a una de mis mejores amigas. Ella dice que no sabe expresarse y me ha pedido que os envíe la que ha sido sin duda la cita más desastrosa de su no tan corta existencia.

Ella no quería bajarse Tinder porque siempre ha sido timidilla y sobre todo por los prejuicios de ‘por favor qué horror que se piensen que estoy desesperada’. Las cosas como son. Así que se ha tirado años escuchando nuestras citas pero sin atreverse a tener las propias. Hasta que un poco empujada por nosotras, finalmente accedió y en junio se bajó la archiconocida app de ligar.

Nos iba pasando los pantallazos de todos los tíos con los que hacía match buscando nuestra aprobación, ese es el nivel de inseguridad que tenía la pobre. Hasta que llegó Marcelo. Nada más recibir el pantallazo todas gritamos (por whatsapp, claro): POR DIOS SANTO QUEDA CON ÉL.

Todas tuvimos claro que tenía que darle una oportunidad porque es que parecía estar hecho para ella. Y aunque le dio largas, finalmente quedaron.

Tuvimos kedada previa a la cita en su casa, ayudando a que escogiera modelito y todas esas cosas que hacen las amigas pesadas. Y reconozco que fue un poco culpa nuestra generarle semejante cantidad de expectactivas. Sobre todo teniendo en cuenta que era su primera cita con un tío que salía de Tinder… ¿quién acierta a la primera? Pues mi amiga fue a la cita nerviosa pero feliz.

Me estoy enrollando demasiado… Todo esto para contaros que al llegar el pavo no era el de las fotos. Primer drama.

Porque ella tímida e inexperta no fue capaz de ser sincera y decir: ‘Oye disculpa, POR QUÉ COJONES NO ERES EL DE LAS FOTOS’. Se quedó callada y aguantó estoicamente la cita a pesar de que el tal Marcelo le atraía lo mismo que el Maestro Joao a Pol. Vamos, nada.

Pero eso no fue todo. Además de no ser el de las fotos, el amigo se pasó la cita sacándose paluegos con el dedo, comiendo con la boca abierta, escupiendo, carraspeando y para rematar: tocándose los huevos. Lo sé, todas nos habríamos levantado de la mesa, pero mi amiga debió quedarse paralizada y por miedo a parecer maleducada aguantó un par de horas.

La guinda del pastel fue que tras despedirse con dos besos ella cogió el móvil corriendo para contarnos lo sucedido, y mientras nos contaba los detalles le vibró el teléfono al entrarle un whatsapp:

  • Oye mira, que eres una chica muy maja y tal pero no eres mi tipo y mejor amigos.

 

Para cuando colgó con nosotras y quiso responderle cantándole las cuarenta, el tipo ya la había bloqueado. Amiguísimos.

Manda huevos. A ver quien convence ahora a mi amiga de que Tinder no está tan mal y que se arriesgue con otro…

Sonso

 

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