SE PASÓ LA CITA ENSEÑÁNDOME A SUS EX EN FOTOS

Esto de quedar con un chico por una App de citas es como una tómbola. Nunca sabes lo que te va a tocar ni lo que vas a tener que aguantar.

Este verano pasado y después de varios meses sin quedar con nadie porque había salido de una relación bastante larga, me sentí con ganas de conocer gente y darle una alegría a mi cuerpo moreno. Me metí en una página para conocer gente en mi ciudad y di con un chico que parecía bastante majo. En su foto de perfil se veía que era un chico alto y fuertecito, como a mi me gustan. El chico estaba bastante insistente en quedar y yo, que estaba aburrida como una mona en casa, le dije si le apetecía venir por mi barrio y tomarnos algo. 

No se lo pensó. Al cabo de media hora estábamos tomando unas cervezas en un bar cercano a mi casa. Es cierto que el chico hablaba demasiado, que no es malo, pero hablaba todo el rato sobre él, su trabajo, todos los famosos que conocía… Me estaba aburriendo un poco, pero quise darle una oportunidad. 

Después de un par de cervezas, se me lanzó. Entre beso y magreo le ofrecí subir a mi casa, sí, estaba bastante cachonda y por fin se había callado, era mi momento. Subimos y empezamos a desnudarnos y a tener sexo fogoso y bastante bueno. Hasta aquí todo bien, no me arrepentí de haberle dado una oportunidad.

El problema vino después. Terminamos el tema y el chico volvió a retomar su monólogo. Esta vez no me hablaba de sus trabajos ni de sus “casuales” encuentros con famosos, me hablaba de sus EX. No de una en concreto, si no de todas.

Ex novias, ex rollos e incluso chicas con las que simplemente había hecho “sexting” algún día suelto. No paraba, no callaba. Yo no sabía como cortarle. Me quedaba asintiendo y sonriendo con cara de psicópata sin dar crédito. Quizás, si la historia se quedara aquí, no sería algo tan horrible, pero NO… No contento con contarme todo sobre las diversas chicas de su vida, se puso a enseñarme fotos de todas ellas, en plan: “Mira, mira, que pibitas más ricas me hago”. ¡Si incluso me enseñó fotos de una tía en tanga, con la que había estado calentándose una tarde por WhatsApp!  Esto ya me pareció feo, feísimo, pero no por mí, si no por el poco respeto y la falta de intimidad hacia esa pobre chica. Sentí mucho rechazo de que ese “ser” que se hacía llamar hombre estuviera en mi casa.

Sé que tenía que haberle dicho que parara y que me estaba sintiendo incómoda, que prefería que se fuera, pero me cuesta mucho afrontar esos momentos incómodos. Así que, le dije que al día siguiente tenía que madrugar porque había quedado con mis sobrinos y que necesitaba dormir. Parece que esto no entraba dentro de sus planes y se quedó sorprendido, pero no le quedó más remedio que levantarse del sofá e irse. Antes de salir por la puerta me dijo que había notado una conexión brutal conmigo y que me llamaría seguro esa semana. Yo no dije nada, volví a poner esa sonrisa sin expresión que había tenido durante las horas que había estado hablándome y enseñándome fotos de chicas, y le cerré la puerta. Por supuesto, acto seguido le bloqueé en WhatsApp. 

Intentó ponerse en contacto conmigo por la App y al sentir que no le hacía caso, se indignó y empezó a decirme que seguramente me había sentido inferior a los pibonazos que me había enseñado, pero que le gustaba igualmente, que no me preocupara. ¡Olé sus huevos! Desde luego, nunca había visto un chico con tan pocas habilidades sociales en el mundo del ligoteo. No le contesté, porque a veces, el mejor desprecio es no hacer aprecio.

 

Anónimo

 

Envía tus movidas a [email protected]