Nos sacaron la cuenta y me hizo la del baño

Conocí a un chico en Tinder que, aparentemente era bastante agradable. Me reía con él en nuestras interminables conversaciones y veía interés por su parte. Estos datos me hicieron que fuera suficiente para seguir charlando con él y decidir quedar a tomar algo. Tal y como estaba el percal por esos “lares” no era poco lo que me daba nuestro amigo…

Quedamos una tarde de primavera para tomar una cervecita y un aperitivo en un quiosco de un parque bastante famosillo en mi ciudad. En varias de nuestras conversaciones me había comentado que tenía un puestazo en una empresa grande y, bueno, digamos que alardeaba un poquitín de ello, sin llegar a extremos inaguantables. La cosa es que me decía que él problemas de dinero no tenía, y que era afortunado del nivel de vida que llevaba. 

 

¡Ay amigas! Quién lo diría después de ver lo que me hizo… Nos tomamos un par de rondas de cervecita con sus respectivos aperitivos y llegó la hora de pedir la cuenta. El camarero trajo el papelito y se marchó. Entonces, el chico me miró y con una sonrisita de niño malo me dijo “no se tú, pero yo voy a hacer la del baño”. Yo me reí pensando que me estaba tomando el pelo, pero no. Se levantó de la silla y ni corto ni perezoso se dirigió al baño.

Os juro que pensaba que estaba haciéndome una broma ya que su carácter era bastante risueño, pero vi que tardaba mucho así que decidí pagar los veintitantos euros que nos habíamos gastado en aquel bar. No entendía nada. Como broma hubiera sido gracioso, pero es que no estaba bromeando y yo no podía creerme lo que estaba pasando. 

Cuando volvió del baño le dije que ya había pagado yo la cuenta y él me contestó que debía haberle seguido y hacer un “simpa”, que hoy en día nos clavaban por todo y que él no estaba dispuesto a pagar esas barbaridades.

Le respondí que veintitantos euros no era algo descomunal y que no creía que teniendo semejante puestazo le fuera a generar mucha pérdida económica. Pareció que mi respuesta le ofendió un poquito y obviamente, esa fue nuestra primera y última cita. ¡Cero tolerancia a los tacaños y caraduras!

 

Anónimo

 

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