Me desquicia el paternalismo que algunos hombres destilan. Me pone de los nervios que nos traten como a damas desvalidas y aprensivas, volubles y emocionalmente intensas. Por visualizarnos de ese modo, empiezan a disculparse antes de tiempo y, en definitiva, a darnos un trato diferente. No os confundáis, no es cuidado o respeto. Son las viejas formas de galán trasnochado que sigue viéndonos con necesidades especiales. Me explico.

Estoy en apps para ligar, Tinder entre ellas. Me encuentro en un momento de mi vida en el que me apetece tener encuentros sexuales esporádicos y explorar diferentes formas de placer, sin más, no creo que tenga que dar más explicaciones. Quiero follar con tipos en la primera o en la segunda cita, punto, y detrás de esto no hay ninguna decepción amorosa sin resolver ni nada por el estilo.

Por increíble que parezca, esto no se termina de entender en pleno siglo XXI. No es que no haya chicas que solo busquen sexo, que las hay a montones. Lo que ocurre es que nunca se las ha visto como personas que, simplemente, quieren disfrutar su sexualidad sin que esta vaya asociada a las relaciones sentimentales en cualquiera de sus formas.

Tenemos derecho a querer solo sexo

En su momento, me pareció divertido tener perfiles abiertos en apps de citas. Era una forma de conocer gente que, además, tenía algo en común conmigo: estaban solteros y abiertos a sexo esporádico. Lo veía mucho más fácil y práctico que salir de fiesta y entrarle a un tío que no sabes si tiene compromisos afectivos, o esperar a que me entren a mí y tener un mínimo de conexión como para querer terminar en su cama. O en la mía.

Al poco de darme de alta, comencé a hablar con un chico con el que hice “Match”. Me pareció majo en nuestras conversaciones, se veía atractivo en las fotos y me entró la curiosidad. Le propuse quedar y aceptó, así que nos vimos unos días después. Me estuve insinuando con algún que otro comentario bastante directo, pero él se limitaba a sonreír tímidamente y agachar la cabeza. “Puede que sea tímido”, pensé, así que, al momento de despedirnos, lo invité directamente a venir a casa.

Sé perfectamente que me expongo a que me digan que no cuando hago cualquier propuesta, no es que me crea eso de que las mujeres tienen la ventaja de follar siempre que quieran. Me podría haber dicho cualquier cosa, pero me dijo que no porque:

-No, tía, mejor no. Es que… A ver, tampoco quiero pasar a ese nivel, porque yo no quiero relaciones ahora y… No quiero hacerte daño. 

Le dije que no se preocupara por eso, que nos acabábamos de conocer y que era mayorcita ya para hacerme cargo de mis expectativas y gestionar los límites de las otras personas. Pero nada, el tío me dijo que mejor que no, que lo sentía y se fue.

No me rallé pensando en que quizás solo había sido una excusa, que no le apetecía y ya está. Porque, además, de forma paralela hablaba con otros chicos con los que sí llegué a “culiar”. Todo iba bien hasta que me volvió a pasar. No una, varias veces. No deja de pasarme, en realidad.

Las posibles explicaciones

¿Qué coño pasa? ¿Tan difícil les resulta a algunos centrarse en disfrutar de lo que dos quieren y no anticipar ni poner tiritas antes de que haya herida? Tengo dos teorías al respecto, a ver si compartís alguna:

1. Tienen complejo de salvador de mujeres

No meto en este saco a los chicos con perspectiva de género que son conscientes de sus privilegios y empatizan con nosotras respecto a la desigualdad, sin situarse un escalón por encima. Sitúo aquí a los tipos que se empeñan en venir a decirnos lo que sentimos y se obcecan en tratarnos de un modo determinado. Que es desde la superioridad y el paternalismo.

Repito: los del síndrome del salvador de mujeres no son seres respetuosos, sino machunos de toda la vida. A una amiga le vino uno de estos, un conocido de su hermano. Cuando iba a surgir la ocasión, le dijo que no le gustaría terminar haciéndole daño a la hermana de un amigo (del que tampoco era tan íntimo). No solo se le fue un poco la olla, sino que demostró que a mi amiga solo le tendría un respeto colateral. A quien no le fallaría bajo ningún concepto sería a otro tío.

2. Han tenido malas experiencias antes

Igual también tenemos que asumir alguna responsabilidad en todo esto. Yo no conozco ninguna, pero no descarto que haya mujeres que se pliegan a los intereses de su ligue, aunque eso contravenga los suyos propios, solo por tener una oportunidad con ellos. Porque creen, las pobres, que ellas sí conseguirán conquistar sus corazones de solteros empedernidos.

En el fondo, ellas también son prejuiciosas. Seguramente se pregunten quién iba a querer una vida así, de coleccionar listas de nombres que uno/a se pasa por la piedra, si tuviera la oportunidad de tener una vida bonita con otra persona. En la mayoría de los casos, supongo que solo contemplarán la monogamia.

Si eres de estas, cambia el chip, de verdad. No lo hagas por dejarles el camino libre de salvadores de mujeres a las chicas como yo, ni lo hagas por ellos. Hazlo por ti, por tu autoestima y por evitarte algunos sufrimientos.

En cuanto a los tíos, dejad de presuponer cómo somos o qué sentimos. Tened el par de decir que no os apetece, si es el caso, y no andéis haciendo de galanes.

*Relato escrito por una colaboradora basado en la historia real de una lectora