Tenía 24 años cuando me quedé embarazada de mi hijo Lucas. Con 22 años acabé la carrera y comencé a preparar el MIR, y al sacar plaza como quien dice… ¡BUM! Bebé en camino.

Era el primer año de residencia en el hospital y mis planes abarcaban todo menos un niño. Siempre había querido especializarme en psiquiatría, hacer unos meses de rotación fuera de España, viajar por el mundo y convertirme en una profesional de los pies a la cabeza. Mi novio me apoyaba en esos planes, él por suerte podía permitirse viajar porque trabajaba desde casa, así que teníamos mil ideas y cero ganas de asentarnos.

Por cosas de la vida empecé a dudar entre especializarme en psiquiatría o en pediatría, y poco a poco me interesé más por los niños. Algo dentro de mí me dijo “tira por la rama de pediatría” y eso hice. Mi instinto maternal subió como la espuma y al acabar el primer año de residencia mi novio y yo decidimos tener un hijo.

Ahora han pasado seis años y tengo mi plaza fija en el hospital, unos compañeros que me han ayudado siempre, un niño sano y un novio (ahora marido) que me ha acompañado en cada decisión que he tomado. Mi vida es fantástica y la maternidad me ha resultado preciosa, salvo por un pequeño detalle: los comentarios de la gente.

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Desde que me quedé embarazada hasta hoy he tenido que soportar decenas y decenas de frasecitas por ser madre joven.

  • Este niño ha venido de rebote, ¿verdad?
  • Uy, embarazada ahora que acabas de conseguir trabajo. A ti te despiden fijo.
  • Chica, a tu edad deberías estar de fiesta y no cambiando pañales.
  • Te vas a arrepentir por no haber disfrutado de tus años de juventud.
  • La década de los 20 es la mejor. Hay que viajar, salir y conocer gente. Los 30 es cuando se forma una familia.
  • Madre mía, si tu hijo ahora tiene 5 años… ¡Eras una cría cuando te quedaste embarazada!

De todo, os lo prometo. Poco a poco empecé a hacer oídos sordos o a contestar alguna bordería.

Vivimos en un momento social en el que por desgracia la mayoría de la gente no logra tener estabilidad hasta los 30 o incluso los 40. Independizarse es un lujo, y formar una familia todavía más. Lo que a mí me duele es que si yo me lo he podido permitir, ¿por qué la gente me juzga?

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Entiendo que hay muchas formas de vivir la vida y yo soy la primera que disfruta viajando o saliendo de fiesta de vez en cuando, pero la maternidad ha sido una decisión consciente, meditada y de la que no me arrepiento. Dejemos de opinar sobre la vida de los demás. Si quieres vivir a tu bola sin niños de por medio, hazlo, tengas 20, 30, 40 o 50 años. Si quieres formar una familia de manera precoz, adelante. Haz lo que tú quieras, no lo que los demás te impongan.

 

Anónimo