Empiezo diciendo que por favor no os riáis de mí, que sé que mi problema es un poco chorra, pero me supera por completo.
Tengo ansiedad y depresión (medicada) desde septiembre. Y tengo dos gatines, Piticli y Conejo, desde hace seis años. El verano pasado Conejo quiso cazar una polilla, cayó del balcón y desapareció. Puse carteles, llamé a las protectoras, y nada. Hace un par de semanas me llamó una chica que por casualidad había visto uno de los carteles que quedaban en alguna farola, y la foto del gato se parecía mucho a uno al que daba ella de comer en un descampado del barrio. Después de un par de intentos fallidos conseguí traérmelo a casa (y sí, era él). El problema es que actúa como si no conociera a Piticli ni la casa, se ha vuelto agresivo y huidizo, es una situación muy desagradable.
Otra cosa que no he dicho es que antes del confinamiento perdí mi trabajo y por miedo a no poder pagar el alquiler he decidido volverme a mi isla a casa de mis padres. Eso ya de por sí me crea una ansiedad tremenda porque si aquí hay poco trabajo, en mi isla no va a haber nada. Pero no puedo seguir pagando el alquiler sin endeudarme, así que no veo otra salida. Y encima, pensar en meterme casi 5 horas de viaje con dos gatos, uno de ellos claramente traumatizado, me crea una ansiedad que no puedo controlar.
Lo peor es que ayer hablando con mi madre por teléfono sobre cómo me siento, le dije: » Es que Piticli es muy tranquilita y me calma cuando estoy mal, pero Conejo me da más ansiedad » y va mi madre y me suelta: » pues hija, lo primero es tu salud. Ese gato ya ha vivido una año en la calle, suéltalo y quédate tranquila». Esta burrada me dio aún más ansiedad, porque sé que si la solución para mi madre es abandonar al gato, ya no va a querer escucharme cuando le cuente que el gato me da ansiedad (y que obviamente no lo voy a abandonar).
En fin, perdón por el rollo. No sé cómo manejar todo esto.