No sabía si colocar esto en amor o autoestima, pero ya que visto lo visto amor por su parte no había demasiado… me decanto por la otra opción.
AVISO: es largo, una especie de desahogo para intentar matar los sentimientos que quedan.
Todo comenzó con un: chico y chica se conocen, el tiempo se detiene y pasan horas y horas hablando de todo y de nada, parece que son íntimos desde siempre, demasiadas cosas en común, aficiones, inquietudes y la forma de ver la vida. Conversaciones infinitas de whatsapp cuando no están juntos físicamente y una química brutal al estar juntos.
Al principio era él quien más le buscaba a ella, hasta conseguir derribar la barrera con la que había forrado su corazón para evitar que se volviera a romper.
A pesar de vivir en ciudades distintas, el hacía lo imposible por verme, y casi cada fin de semana se plantaba en la mía, o me invitaba a la suya, o nos íbamos a cualquier otra.
Me sentía en un sueño. Es ÉL, es ÉL, Lo sé. La felicidad absoluta de despertarme, descubrirle a mi lado, abrazarle y volverme a dormir con una sonrisa tatuada en la cara. No me había sentido así desde hace 10 años….
Decidí irme a vivir a su ciudad. Vivir en una ciudad grande era algo que tenía en mente y él fue el factor decisivo. Pasamos un par de maravillosos días juntos mientras buscaba piso, y el tercero, cuando quedé con él todo ilusionada para decirle que ya tenía casa, nada más verme me dejó, me dijo que no teníamos nada en común y que quería decírmelo antes de que me mudase, para que no lo hiciese por él. Y se fue.
Y me quedé en el centro de una gran ciudad desconocida, de noche, completamente sola, perdida, llorando, con el corazón destrozado. Rodeada de más de 3 millones de desconocidos. Sin conocer a nadie en 500km a la redonda.
Entre lágrimas y terapias de skype con amigos desde el primer momento empecé a vivir mi aventura, ir a mil sitios, apuntarme a actividades y si algo tiene una ciudad enorme es que si eres medio sociable conoces gente nada más salir a la calle. En dos semanas ya estaba yendo al monte con chicos que había conocido haciendo deporte, o saliendo de bares con otro grupo de personas. Y entre lágrimas, terapias de Skype con amigos, gente y risas comencé a sentirme viva de nuevo.
Sabía que era imposible que me hubiese dejado por no tener aficiones en común y cosa que en la vida y con unas cuantas relaciones a la espalda jamás me había pasado, comencé a rayarme con que me había dejado por gorda. Juro que lo sentía en el estómago, de daba vueltas y sentía que lo sabía, así como sentía que sabía que esto no era el final.
Pasaron dos meses casi se me sale el estómago por la boca al descubrir un whatsapp suyo preguntándome que qué tal estaba. Bien, Madrid me ama. A los dos días me lo encontré a medio metro en una manifestación, entre cientos de personas estábamos al lado. La química que había entre nosotros volvía a ser brutal, obvia para cualquier persona que nos viese.
Me escribió para quedar, y bueno, me soltó la bomba. En estos dos meses se había dado cuenta de lo que era perderme, de lo genial y maravillosa que soy y blablabla. “Bueno, adiós, tengo que asimilar cosas”
Volvimos a quedar y le exigí la verdad, estaba clarísimo que me mintió al dejarme.
En un acto de sinceridad que realmente valoro muchísimo me dijo que me había dejado porque no soy un pivón, porque estoy rechonchilla y no me preocupo demasiado por mi estética a la hora de vestir, y que él siempre se había imaginado con una chica diferente.
“Eres un GILIPOLLAS (jamás en la vida se me había llenado tanto la boca al decirlo). El físico es algo efímero, una lotería, en unos años todos estaremos arrugados, y además, no he pasado 6 años de mi vida viviendo un infierno y luchando contra un trastorno alimenticio –él no lo sabía hasta ese momento- para que venga el gilipollas de turno y me deje por gorda. Vete.” Lágrimas lágrimas lágrimas.
Esa madrugada me escribió una carta pidiéndome perdón, diciéndome que me había perdido por gilipollas, que se había dado cuenta de que soy un auténtico pivón, que quería una persona con mis valores e inquietudes a su lado, formar una familia, vivir en el campo…. Que se había dado cuenta de que me quería, y que ojalá pudiera perdonarle en algún momento.
Y bueno, le perdoné porque aún seguía sintiendo demasiado por él, porque creía que la gente podía cambiar si reconocía sus errores…. Y pasamos dos fantásticos meses de ensueño juntos. Estuvimos una semanita de vacaciones juntos, al regresar me fui unos días a mi tierra y al volver a mi nueva ciudad me dejó, en la estación de autobuses, así de repente. FIN.
Al llegar a casa tiré su cepillo de dientes, le borré de fb y de la agenda.
No nos hemos vuelto a ver.
Estuve unas semanas jodidísima, perdí varios kilos al ser incapaz de comer, todo se me revolvía en el estómago y luchaba por salir de nuevo. Me despertaba por la mañana sin poder respirar, sintiendo que un puño me golpeaba fuertemente el pecho. Nunca había sentido esto, no se lo deseo a nadie.
Con el tiempo comencé a darme cuenta de cosas que desde dentro de la relación no se ven, o no le damos la importancia que tiene. Difícilmente las personas cambian de la noche a la mañana. Comentarios sobre mi físico, “tus manos son feas porque tienes los dedos muy largos y delgados” “estrías” “rechonchilla, no estás en forma” “mi cuerpo es más bonito que el tuyo” Una vez le dije que si tanto se gustaba ahí tenía el espejo, para mirarse y tocarse un rato.
No sé, me siento una estúpida, me gustaba tanto…. Y a pesar de saber que es un mierdas de persona me ha costado mucho superarlo, siendo consciente de que no quiero a alguien superficial a mi lado. De hecho, a día de hoy, espero no encontrármelo por la calle, no sé qué podría pasar.
He estado con varios chicos, y todos me han dicho lo que les gusta tal parte de mi cuerpo, lo bonita que soy, el cuerpazo que tengo, lo típico…. cuando estás con alguien que te gusta resaltas las cosas que más te gustan, no atacas porque eres un inseguro con tu físico.
Estoy contenta y orgullosa de no haber recaído en autodestruirme, de hecho me fui de compras y me pillé un vestido de flores tan corto que tengo que tener cuidado para que no se me vea el trasero, y unos shorts vaqueros, esos que nunca me había atrevido a ponerme. ¡a lucir muslamen rechonchillo!
Si alguien ha leído hasta aquí, quiero decirte que no dejes que tu pareja diga nada feo de ti. No te lo mereces. Y sobretodo, el problema está en los ojos que miran, no le creas nada de lo que te diga. Esta chica demasiado rechonchilla para estar a su lado se creyó gorda un IMC de 19.95 y una talla 36, además de ser una persona sana y bastante deportista.
Déjale (es mi espinita, el no haberle dado puerta yo), ponte guapa, cálzate una bonita sonrisa y sé feliz.