Bueno, ¡cómo está la cosa!
Son muchos mensajes, pero voy a intentar contestar a la mayoría. Recogiendo un guante que me han lanzado varias veces, trataré de hacerlo sin excederme en los zascas y sin pasarme de listo.
1) Respecto a lo de que solo me interesa el físico (Samava incluso cree que soy explicito en esto), no. Eso no es cierto. Y tampoco lo de la «pesca de arrastre», que si entiendo bien (no conocía la expresión) será una especie de técnica para o intento de ligar «en masa».
Obviamente, si me gustan las chicas gorditas (suavizando mi lenguaje), estoy frustrado porque en las páginas de ligoteo no las encuentro, y entro en un foro antes desconocido para mí y aparentemente repleto de chicas gorditas, de discusiones y de mensajes interesantes, pues es inevitable que lo de encontrar por fin churri se me pase por la cabeza. ¡Es el instinto reproductivo!
Pero yo tengo ya 42 palos, no estoy ni remotamente en una buena situación personal, y francamente no doy la talla para «pescas de arrastre». Con mi caña y un atún puedo lidiar, pero un banco completo de peces, aunque sean sardinas, me lleva a pique seguro. Lo que tampoco significa que me moleste que algunos delfines salgan a la superficie a saludar, claro, y a todos les devuelvo el saludo con mucha alegría y mucho agradecimiento por el subidón que le dan a mi maltrecha autoestima.
Hablando ahora de mi atún y de la pesca con caña, seguramente por esto también me van a correr a boinazos pero allá voy:
Yo no busco a una gorda «depresiva» (con perdón, pero es por abreviar), como tanto se está insinuando aquí, en no pocos casos asumiendo (en mi opinión) que todas las gordas lo son. ¿Queréis que hable claro? Yo busco a la chica más gorda, más guapa, más tetona, más estilosa y más sexy del foro. A la más lista, la más sabía, la más irónica, la más roja y la más feminista. A la más dura, a la más valiente y la que más fuerte pise el suelo por el que camina. A la que más me ilumine con su rotunda presencia, pero también con el brillo de sus ojos y el fulgor de su sonrisa. A la que sepa darme una colleja o mil cuando proceda, que sé que muchas veces procede, pero también me acaricie el lomo y me susurre al oído palabras bonitas cuando lo merezca. A la que mejor folle.
Es cierto, como ha dicho una tal Ali (que me parece que sí que me conoce, luego vuelvo al tema), que yo no soy precisamente un Brad Pitt, pero ¿qué queréis que os diga? No es que yo ligue mucho, es evidente, pero cuando lo hago lo hago a lo grande. O lo hacía antes de internet, snif.
2) En cuanto a mi monomanía con las chicas gorditas y las recomendaciones varias de que no me cierre tanto a eso, que en principio iba a ser tema para otro hilo de la saga, soy muy consciente de que en los últimos años (puto internet) ha llegado a convertirse en un problema, y os aseguro que si no hubiera tenido otros fuegos mucho más importantes que apagar, o de los que escapar, me hubiera ocupado de este.
Pero eso no ha podido ser, y más allá lo único que puedo decir es que soy cabezón como yo solo y que cuanto más me dicen y me han dicho que eso está mal, cuantos más chistecitos e insultos me sueltan por ello (de flacas y flacos, de gordas y gordos, de todo dios), más me obceco yo y más identitaria se vuelve la cosa. Es un recurso que desarrollé de niño cuando muchos profes fachas y mis propios padres (también profes pero súper rojos ellos) me criticaban y ridiculizaban por ser listo sin hablarme jamás como al tío listo que ellos mismos decían que era. Era eso o dejarme apisonar hasta quedar convertido en la cosa plana, gris e informe que son hoy (para mí) la mayoría de las personas o, en otras palabras, el «tipo normal» que nunca fui ni quise ser.
Quizás eso y una niñera que tuve, una gordita preciosa llamada Lola, que me trató bien y me regaló un montón de muñecos de La Guerra de las Galaxias (los únicos muñecos que tuve, porque para mi madre los muñecos eran «violentos»), sean en realidad las únicas razones para que desde siempre me hayan gustado las gorditas. Puta mierda de razones, sin duda, pero es lo que hay.
3) No quiero olvidarme de las muchas personas que se han molestado en contestar a la pregunta que yo hacía, y ahí la primera mención debe ser para Lifesem cuya explicación sobre el algoritmo de Tinder me ha aclarado mucho. Tiemblo de pensar en qué demonios significará lo de que «no estamos en la misma liga», pero supongo que eso solo lo saben los matemáticos de Tinder y probablemente es mejor que eso siga siendo así.
A otras como Pasiflora y Barca, cuyas historias me han aclarado, conmovido y cabreado por igual, lo único que puedo decirles es que vean muchas de las respuestas que he recibido yo y se den cuenta de que internet está lleno de gente chunga y que a esa gente hay que plantarle cara a pie firme, con orgullo y sabiendo quiénes somos, no porque ellos lo valgan sino porque hacerlo le permite a unx resistir, rasguñadx pero relativamente enterx, hasta que aparezca alguien que realmente valga la pena. Casi siempre tardan, como ha pasado aquí, pero al final salen. Si alguna de vosotras tiene un punto friki, recordad al Capitán América de las películas y repetid ante vuestras pantallas: «aguantaría todo el día».
4) A Ali, de quién ya he dicho que sí, que creo que sabe quién soy y que volvería sobre el tema, y de paso a Sol que sospecho es caso parecido, creo que les debo una disculpa en condiciones. No sé quién es Ali, y desde luego no creo que la propuesta de Sol de verme en Instagram sin que yo pudiera ni saber con quién hablo fuera acertada, pero debo reconocer que, en internet (en persona esto no me pasa), la sistemática desconfianza de muchas de las mujeres con las que hablo, que me ofende de una manera muy especial (y excesiva, y egocéntrica) porque yo me esfuerzo mucho en ser distinto y me jode horrores que se me trate igual que al resto, me ha llevado y me lleva muchas veces a reacciones desmedidas que, a la vista está, hacen daño y dejan huella. Esa es otra de las razones, más en realidad que la ausencia de chicas gorditas, que me ha llevado a borrarme de todas esas páginas, y os juro a ambas (y a tantas otras que podrían decir lo mismo que habéis dicho vosotras) que eso, el haberme borrado, y este foro delirante y maravilloso, me está ayudando mucho a corregir esa actitud de mierda. No puedo deciros más, salvo reiterar mis disculpas.
5) A Panda, la chica (creo) murciana, tengo que agradecerle que con su mensaje me dé pie para contar mi doloroso trauma murciano del que hablé en mi primer post. Al lío:
Al llegar a este pueblo hice amigos muy rápido porque vivo en una especie de comunidad de gente joven y más o menos de mi cuerda. Y una de las primeras cosas que expliqué, claro, fue mi particular gusto en mujeres, con la obvia esperanza de que me presentaran a alguna. Pero nadie conocía a nadie. En teoría.
Cosa de dos años después se vino a vivir aquí otra chica, también de mi rollito y de ciudad, y ella sí entendió mis gustos. Estuvo pensando en el tema y se acordó de una chica del pueblo cuyo feisbuk me mostró. Y era perfecta en todo. Su físico, su estilo, su rollo friki, sus estampados de leopardo que prometían un volcán en la cama… Un cañón. Un cañón que, según feisbuk, estaba «en una relación» desde hacía solo un año (¡y yo llevaba aquí dos!), que además había estado en la boda de dos de mis vecinos (montando un escándalo del copón con su escotazo, se me cae la baba solo de pensarlo) que, por tanto, la conocían. Ellos, y todos los demás vecinos.
Entonces, si todos la conocían, ¿por qué no me la habían presentado? Pues porque estaba, según ellos, «demasiado» gorda, y ninguno pensó que, al decir yo que me gustaban las chicas gordas, pudiera referirme a «eso», siendo «eso», repito, un cañonazo de mujer que ríete tú del Gran Berta con la que yo habría sido el hombre más feliz del mundo.
Además debo añadir que, al cagarme yo en todos los dioses por esto, se montó otro escándalo añadido porque, al parecer, la muchacha es conocida, aquí en el pueblo, no solo por gorda sino porque un novio que tuvo hace mil años la había paseado por las calles de Murcia con un collar y una cadena de perro, terrible escándalo al parecer (que a mí me la pone bien dura, la verdad, por las posibilidades que ofrece), incluso para mis vecinos que, como digo, son todos muy jipis y muy progres pero parece que hay cosas de las que ellos y ellas aún se informan por el NODO. En fin.
A modo de addendum a esto, querida Panda, te digo que sí, que yo también he escuchado la mierda de chistes de los que hablas (muchos los hace un amigo que se casó con una chica de lo menos 120 kilos), y soy testigo de que es difícil luchar contra eso. En otros sitios la gente se avergüenza cuando les echas su gordofobia en cara, pero aquí te miran como si te acabaras de bajar de un OVNI y siguen con lo suyo. Incluyendo al ex de la gorda de 120 kilos, que en teoría es más rojo que el Che Guevara.
6) A Martaap le digo que ya miré el otro día eso de Wooplus, el «Tinder para gordos» (lo recomendó alguien en otro hilo), pero me pareció un sacacuartos del copón. Lo cual podría abrir, creo, un interesante debate sobre por qué, si las gordas (y los gordos) «no gustais», en páginas y apps especializadas en el tema, como Wooplus o Feabie, se mueve tanta pasta. ¡Wooplus es mucho más caro que Tinder!
7) A Tatiana le digo que, con eso de que «entre vosotras decir ‘gorda’ está bien, pero si lo dice un hombre está mal», creo que ha abierto un melón muy interesante y muy apropiado para este foro al que de hecho pensaba dedicarle un hilo aparte. ¿Por qué aquí «guapo» se dice «guapo», «buenorro» y «cañón» pero «guapa» se dice «con un físico normativo»? ¿Por qué aquí las mujeres utilizan la palabra «gorda» constantemente, pero los tíos tenemos que hablar de «gorditas», «gordis», «gordibuenas», «gordifritinas» y toda suerte de eufemismos y pendejadas semejantes? Precisamente por eso utilicé yo la palabra «gorda» en mi primer y siguientes mensajes con tan desafiante insistencia, y hago constar que con toda consciencia de la que se iba a armar, porque ni pescar (con caña) ni entender lo que pasa con el Tinder, eran mis únicas intenciones. La provocación es otra manera, en mi opinión muy legítima, de visibilizar problemas, y me alegra poder decir que siento que yo lo he conseguido. Pido sinceras disculpas a todos y todas los que se han sentido ofendidos, pero creo que alguien tenía que hacerlo.
8) Por último, a Bell y a Andrea, que han formulado duras críticas contra mi manera de expresar mis ideas, pero también algunas valiosas reflexiones sobre el respeto hacia los demás que me han hecho pensar mucho (supongo que a estas alturas ha quedado patente), a ellas les dedico esta infumable Biblia de mensaje, mi agradecimiento por sus acertadas palabras y mi más sinceras disculpas por las molestias.
Un saludo a todas y a todos.