Hola gente, llevo con mi chico algo más de un año y en general se puede decir que lo hemos llevado bastante bien excepto mini temporadas en las que discutimos más de la cuenta y nos ponemos a reevaluar la situación.
Me alegra porque siempre hemos salido reforzados. Pero últimamente le doy vueltas a algo y no paro. Él viene de un pueblo de Extremadura y yo de una ciudad pequeña. El campo no es precisamente mi pasión ni el pueblo mi devoción. De hecho (no me matéis) pero le tengo algo de repelús. Tengo el prejuicio (acertado en ocasiones, y otras no) de que los pueblos son sitios cerrados, que importa más lo que le pase al vecino y pensamiento un poco de rebaño.
Me gusta la tranquilidad de la naturaleza pero relacionarme socialmente como que no lo veo (tengo una bpersonalidad muy fuerte de decir lo que pienso y defenderlo con argumentos y eso en el bar del pueblo no me lo imagino). Yo aún no conozco su pueblo pero lo pienso a la larga y no sé si me veo haciendo comidas en el campo mientras mi novio ayuda a su padre a recoger olivas. Incluso que tengan un perro viviendo en el campo y otro de mascota en casa lo veo raro. Yo que soy amante de los perros me parece injusto tratarlos diferente, él me dice que son cosas de la vida del pueblo y no lo vamos a ver igual nunca pero que no pasa nada y eso es consecuencia de las circunstancias de cada uno.
Lo hemos hablado y los dos reconocemos que es una vida muy digna pero también muy sacrificada que en muchos casos no compensa. Mi chico tiene trabajo de oficina donde yo vivo, pero aún así le gusta ir a su pueblo con el brasero y comer a la intemperie. No es que lo odie, pero algunas veces pienso que por qué le gustará tanto eso si no compensa, se lleva un dolor de espalda que luego yo tengo que cuidar, y no me veo capaz de mimetizarme con el ambiente.
Me agobio porque veo que en el futuro será un problema.