Pese a lo que puedas pensar, sí que hay personas (criaturas) a las que les gusta limpiar, son especies raras en extinción, pero existen.

Si no te gusta limpiar, que es lo normal, no quiere decir que seas una marrana, simplemente que no te gusta, y puedes decirlo abiertamente. Se limpia  porque hay que limpiar. Punto.

Es preferible invertir tu tiempo, que al fin y al cabo es lo más valioso que uno tiene, porque eso no vuelve, en cosas te  gusten realmente y que te llenen.

Así que si te gusta tener la casa limpia y recogida pero eres una frangolla a la que no le gusta limpiar porque prefiere hacer otras cosas, sigue estos sencillos tips:

  • Quita adornos, porquerías  y chismes de en medio. Cuantas menos cosas tengas que limpiar, antes terminas. Todo lo que sea susceptible de pillar polvo y no sea algo a lo que le tengas cariño, a un cajón (no es lo más apropiado) o a la basura (mejor).
  • Recuerda siempre que algo puede estar muy limpio, pero si está desordenado parecerá sucio y habrás desperdiciado tu precioso tiempo.
  • Tiende la ropa  siempre estiradita. Y si puedes, en perchas. Esto te ahorrará mucha plancha (menudo invento del demonio) y te evitará el dolor de espalda. Si eres de las que plancha hasta las bragas, coge una caja o algo del tamaño de un ladrillo, y cuando planches, sube uno de los pies, y ve alternando, esto te aliviará la carga de la espalda.
  • Al hilo del consejo anterior, no hagas montañas de ropa por doblar, se acumula y se arruga, así que volvemos a hacerlo mal.
  • Usa para fregar el suelo y los cristales vinagre de limpieza. Esto no te ahorra tiempo, pero hace que contamines menos.
  • No hagas zafarrancho de limpieza los fines de semana, hará que lo odies y aborrezcas. Limpia un pelín cada día. El truqui es mantener la casa, no pegarte una tripotá de limpiar los fines de semana. Vete al campo a dar un paseo o al bar a tomarte una cerveza.

Recuerda siempre que no es más limpio el que más limpia, si no el que menos ensucia.

Elisa Verdejo.