Un día te levantas por la mañana y recibes un mensaje. Es esa persona con la que llevas hablando varios días y con la que por fin vas a tomarte algo esa misma tarde. De pronto, tu corazón se acelera y te miras detalladamente en el espejo. Cada día te repites que puedes con todo, que el mundo es tuyo y que nada ni nadie te hundirá por “no ser una modelo de revista” como dice Bad Gyal. Pero entonces, encuentras entre uno y un millón de motivos por los que ese chico no volverá a llamarte, porque estas segura de que “no serás su prototipo”. Y pones una excusa y desapareces, porque eso es más fácil.

El concepto prototipo se nos ha instaurado desde pequeñas para intentar encajar en un ideal ficticio. Ya sea físico (¿quién no se sabe lo del 90-60-90?) o de personalidad (la canción de “Mi dulce y linda flor” de Mulán lo expresa bastante bien). Sin embargo, todas sabemos que “prototipo” solo es un eufemismo de “prejuicio”. Sabemos que siempre empezarán con un “mi chica ideal debe ser más bajita que yo” o “que sea cariñosa”. Y sí, es frustrante pensar que no encajas en ese prototipo y que conocer a alguien puede ser una odisea más que una experiencia, pero amiga, hace mucho tiempo que pisaste esos prejuicios con tus tacones de fiesta.

Si hacemos caso a la RAE, prototipo se define como “primer ejemplar que se fabrica de una figura, un invento u otra cosa, y que sirve de modelo para fabricar otras iguales, o molde original con el que se fabrica”. Así que me alegra decirte que  tu no encajas en el prototipo porque tu eres inigualable y tus conquistas no dependen de lo que la sociedad espera de ti, sino de lo que sabes que puedes mostrar. Porque, si seguimos con las definiciones técnicas, prototipo también es una “persona o cosa que reúne en grado máximo las características principales de cierto tipo de cosas y puede representarlas”. Mi pregunta para ti hoy es ¿vas a dejar de darte a conocer al mundo cuando eres fuerza, valentía y empoderamiento?  

Rocío Torronteras (@rocio_tor16)