(Por favor, léanme con las gafas del humor negro, que es lo mío)

 

A mi novio no se le ha ocurrido otra cosa que romperse los dos brazos haciendo kitesurf, que no se los ha roto aposta el pobre, que me quiere mucho y está sufriendo en la distancia, pero va a estar mínimo un mes con las escayolas. Vive en un pueblo precioso al sur de Italia porque es marine, o como se diga allí, pero a ver cómo se las apaña porque su familia vive fuera y yo estoy de 5 meses.

El problema para coger un avión e ir a cuidar a mi bambino impedido, no es que yo esté embarazada, es que me da miedo volar y solo soy capaz de meterme en un avión borracha, ni pastillas, ni porros ni nada, alcohol. Antes de pasar el control de seguridad me bebo un benjamín de cava que previamente he metido en mi bolso y soy capaz de comportarme sin hacerme un Melendi lo que dura el vuelo a Italia. Si hablamos de vuelos un poco más largos ya me toca hacer de borracha a bordo, pero intento comportarme.

Solo me pasa con los aviones, bueno y con los barcos un poco si no son grandes. La opción de hacer el viaje en coche es un poco absurda hasta para mi, y en tren lo mismo llego allí para dar a luz y no es plan porque por mis miedos, que la niña nace aquí

Me encapriché de un italiano porque siempre me habían gustado, empecé a estudiar italiano y nos conocimos por internet, llevamos como dos años, yendo y viniendo y abusando de internet. 

Y diréis que por qué no se ha venido ya a vivir aquí, que todas sabemos que se vive mejor, pues porque trabaja en el ejército, es ingeniero, de lo que sea que haga, y antes de poder pedir su libertad para venirse aquí conmigo y con su bambina, que va a ser niña, tiene que pedir permisos y acabar lo que sea que está haciendo y eso lleva su tiempo y mil rollos más. Que tampoco es tan sencillo, que gana una pasta y primero tendremos que ver qué va a hacer aquí

Yo tengo un puesto más o menos respetable y una casa heredada, la balanza jugaba a mi favor a la hora de elegir residencia. El plan era que de momento mi santa madre se viniera a mi casa y mi italiano iría y vendría hasta decidir qué hacer con su carrera, su casa de allí y su equipo de kitesurf.

Aquí no hay playa, malditos cacharros.

Para evitar problemas iba a ser él quien viajara estos meses, era más lógico que cogiera él los aviones, sobrio, ebrio o como le diera la gana, que no yo, con mi barriga, mi pánico a volar y ahora mismo la mala baba de querer partirle las piernas que es lo único casi que le queda útil.

Eso ya se me ha pasado un poco a base de hacer cálculos matemáticos mil para saber si llega al parto o no, porque entre rehabilitación y bajas laborales, ya puede espabilar el marine para venir a tiempo. Lo mato, con la niña en brazos pero lo mato como me toque dar a luz sola o peor, con mi madre.

Que esta vez la culpa no ha sido mía, que me estoy portando super bien desde que sé que estoy preñada. Es que la vez que volé para conocer a su madre no calibré bien el alcohol a ingerir y cuando salí por esa puerta de ese aeropuerto pequeñajo, aún iba como las Grecas. El pobre pasó mucha vergüenza, que allí eso de presentar a tu novia a la madre es muy serio y yo estaba más contenta que Massiel de boda.

La próxima escena de ira de suegras se la va a comer él, cuando entre por la puerta, la zapatilla de mi madre volando va ser lo primero que vea. Yo intentaré estar super calmadita por el bien de nuestra ragazza, pero ya daré a luz ya, y ya me vengaré. Lo mejor es que tengo dos meses para pensar en mi vendetta, caro dado recupérate pronto.

Anónimo