Todas las mujeres durante nuestra época de solteras conocemos a una serie de “especímenes” por llamarlos de alguna forma sin caer en el insulto y la blasfemia. Porque os juro por Dios que en más de una ocasión me dabas ganas de eso y mucho más.

Pues en esa época de mi vida me encontraba yo, cuando mi amiga Paula, que estaba más preocupada que yo por mi vida sexual todo hay que decirlo, me dijo que tenía un amigo divino de la muerte para mí con pinta de buen empotrador y que tenía que quedar con el sí o sí.

Yo aunque no soy muy fan de estas cosas, después de ver la foto del susodicho y que mi chichi al verlo cantara en modo tirolés de la emoción, le dije que bueno vale que me prepara una cita con ese maromo a ver que se cocía.

Me enfundé un vestido de diva total, habíamos quedado en un restaurante relativamente cerca de mi casa, no penséis mal ehhh. Era por si el susodicho me daba más mal rollito que otra cosa y tenía que salir por patas, pues que me pillara cerca mi sitio de huida ya que con los taconazos que llevaba no podía ir muy lejos.

Pues bien, llegó a la hora acordada, más nerviosa que nada, ya que aunque habíamos intercambiado los teléfonos solo habíamos hablado un par de días y así un poco en general, por lo que no sabía muy bien lo que me iba a encontrar.

Cuando le veo aparecer por la puerta casi muero del infarto. VAYA HOMBRE: alto, moreno, mirada penetrante, en su punto vamos. Nos saludamos con dos besos, pedimos un poquito de todo y la noche va trascurriendo la mar de bien.

Después del postre nos parece ideal pedirnos unas copitas para ir relajando el ambiente, y que si copita por aquí, sonrisita, que si me acerco sutilmente, que si me río de cada broma que haces, pues terminamos comiéndonos la boca como un par de adolescentes empedernidos.

Como estábamos empezando a llamar un poco demasiado la atención, ya que solo nos faltó follar allí mismo, decidimos continuar la party hard en mi piso, que casualmente nos pillaba bien cerquita…

Entramos ya empotrándonos desde el portal, menudo espectáculo. Menos mal que eran las tantas de la mañana y mi vecina la cotilla estaría roncando lo mas grande. Entramos en mi casa y fuimos directos a mi dormitorio, una que ya tiene una edad y prefiere la comodidad de una buena cama que hacer contorsionismo en un sofá. Mira no.

Me pide que apaguemos todas las luces y yo pensando ‘ummmm le dará vergüencita qué monoooo’, por lo que nos metemos a la cama bien desnuditos. Solo intuía su figura por la poca luz que entraba por la ventana, yo ya estaba modo caracol/babosa desde hacía dos horas, es decir, más que preparada para todo.

 

Y el tío súper mega entregado, cuando fui a echar mano de aquello para ver de que estábamos hablando  me la retira sutilmente, y sigue dándolo todo conmigo. Que a ver si me entendéis, yo agradecida de la vida claro, pero ya tenía ganas de echarle mano a todo su ser.

Cuando ya me tenía más que al límite y ya le estaba casi rogando que me la metiera, el tío me pone en posición y empieza a penetrarme suavemente, cuando de repente ¡DRAMA! ¡Qué cojones era eso que estaba notando!

Osea, una que es muy versada en los menesteres del sexo y ha probado alguna que otra cosilla, como los condones estriados donde algo se puede notar…, pero era totalmente imposible que se tratara de eso, porque era demasiado abultado. Le pedí que parara porque no entendía nada y encendí la luz.

Cuando le veo el percal al susodicho… casi me da un medio infarto porque os juro que no podía entender nada, ¡Tenia como 4 bolas debajo de la piel a modo de piercing a lo largo pene en fila! Osea una hilera de 4 bolas que iban desde más o menos la mitad del pene hasta la base, yo no podía dar crédito a nada de lo que estaba viendo.

Perpleja y con cara de qué me estas contando, no podía parar de mirarle a la cara y luego a la polla, polla y cara, así estuve un rato hasta que el tío se decidió por contarme que eso era como unos piercing subcutáneos que se hizo cuando era joven y estaba de Erasmus por no sé qué país y le pareció la leche…

Yo no sé en qué cojones puede estar pensando una persona para hacerse ESO en toda la polla, pero oye cada uno es libre de hacer con su cuerpo lo que le de la gana, pero coño por lo menos ¡Avísame!

Me confesó finalmente más rojo que un tomate, que normalmente no se lo dice a las chicas porque las asusta de primeras y que ya no quieren intentar nada con él (escúchame las entiendo perfectamente traicionero!) por lo que decide callarse y ver qué pasa…

 

Yo no podía salir de mi asombro si os digo la verdad, pero finalmente el chico que me dijo que si me relajaba, y le dejaba hacérmelo bien y tranquilamente vería que realmente esas bolitas podían tener su punto. Totaaaaaaal que una que ya estaba metida en ese percal y la curiosidad pues ya sabemos que es muy puta, decidí darle otra oportunidad a las bolas del amor.

Os puedo decir que una vez que ya sabía a lo que me enfrentaba y me relajé empecé a disfrutar bastante y lo recuerdo como un polvo bastante decente.

Por cosas del destino, ese chico y yo finalmente terminamos siendo colegas y poco más, pero ¡siempre tendré sus bolas en mi corazón!

 

Anónimo

 

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