Ya sabemos que esto de estarse quedando calva a veces no es la mayor de las alegrías si no más bien la mayor de las inseguridades. El mundo te está bombardeando constantemente con los pelazos y la fantasía que es tenerlos. Pero ya basta de lloriquear. Existen ventajas de estarse quedando calva.

La calva no se padece, también se disfruta. Hablemos de ellas, nuestras queridas alopecias, con orgullo y así ahorrarle a las que vienen el suplicio de disimular, como si eso fuera posible, con tres pelos nuestro cartoncito; si se habla de la calvicie con mayor normalidad, libraremos a las que vengan de la tortura de aguantar miradas de sorpresa y lástima.

Recordemos que, que tener pelo sea sinónimo de feminidad, ser mujer o ser deseable es un convencionalismo, que como otros antes, está en nuestra mano desaparecer. Tu feminidad, tu identidad como mujer, como ser sensual, no depende de tu cabellera. No lo olvides. Céntrate en acogerla, convivir con ella y aprender a darle valor en tu vida. Porque, con todo, las calvas, las que estamos en proceso de serlo, tenemos también algunas ventajas a nuestro favor.

 

5 grandes ventajas de estarse quedando calva.

1.- No serás víctima de unas malas mechas: oye, que se nos ve el cartón, sí. Que la gente es un poco cansina con la lástima, también. Pero al menos nunca parecerá que te haya coloreado el pelo un niño de 3 años en la guardería con los dos últimos rotuladores que quedaban en el bote.

2.- No cometerás la salvajada de cortarte un mal flequillo ni vivirás la vergüenza de verlo crecer: no tendrás que admitir que manejas peor unas tijeras que un gato zurdo. Imagínate por un momento tirarte meses sacándote al pelo de la retina para comprobar que efectivamente más te habría valido ponerte en manos del peluquero de Lord Farquad.

3.- Te peinas en aproximadamente 1 minuto. Aquí poco más hay que añadir. El músculo levanta pesas lo desarrollas en el gimnasio y no matándote a peinarte la mata de pelo que cae. Y sufriendo tirones peores que los que tiene que sufrir un padre de trillizos hiperactivos.

4.- No tienes malos días de pelo. Ya sabemos lo que hay. Tu pelo no responde a efectos de almohada, champús, gomas de pelo o cambios del clima. Tu pelo, el poquito presente, al menos se comporta siempre igual. Es más, cuando le da por no hacerlo lo que te proporciona es una asombrosa apariencia melenosa, que dura hasta la siguiente ráfaga de viento, pero al menos nunca te decepciona.

5.- No corres el riesgo de deshidratación debido al sudor que da tener melena de león: suficiente sudor tenemos ya en el resto del cuerpo como para que lo haga también la nuca. No te pones chaquetas como tener que llevar siempre encima una madeja de lana llamada melena, no gracias.

Claro que estarse quedando calva es duro. Por la cuestión que sea, desde la hormonal, a la de estar padeciendo una enfermedad o por un episodio inexplicable de nuestro cuerpo. Yo me miro y dudo. Dudo de si mi apariencia en el trabajo es suficiente con mi melena mal puesta. Sentía terror si veía a con quien ligaba en un momento mirar arriba, porque creía que sería sinónimo de rechazo.

Ahora lo veo desde otro sitio. Sigo deseando tener una mata de rizos locos. De pelo Rapuncelero a tope, claro. No pasan más de dos días sin que me jure que me rapo y sueño con poder jugar con el pelo y sus accesorios. PERO también he aprendido a verme con ojos tiernos, he aprendido a potenciar otras cosas de mí que me hacen habitar más y mejor la sensualidad y, sobre todo, he aprendido a reírme de mi carretera central.

Poco a poco, sin prisa, pero sin pausa, un día acogerás tus pelitos, tu cartón y tu alopecia. Y seguirás adelante sin que te haga más sufrir. Espero poder sacarte alguna sonrisa por el camino.

@tengoquenayque