Sí, ya lo sé. Quizá, una persona borde no es lo que más ilusión te hacía tener entre tu círculo de amistades. Pero, sin darte cuenta, aquella culebrilla que no soportabas, con la que al principio casi ni cruzabas una palabra por no aguantar sus caras… ahora es la zorra de la que no te puedes separar. Y sí, estos términos desde el cariño tú también se los sueltas a tu amiga la… “simpática”.

Pero si hacemos un poco de autocrítica… la verdad es que tener a esa amiga, nos ha salvado de muchas, y pese a la fama de borde que pueda tener, curiosamente es la que más nos aguanta y más nos escucha, pero… con sus particularidades que, se convierten en ventajas. Apunta, porque te las voy a contar.

Amiga borde

Siempre, siempre, siempre te agarra del piececito para ponerte de nuevo los pies en la tierra cuando ya ve que estás subiendo a la nube de yupi con el tío 450 de tu lista que te ha dicho “hola”. Ejemplo: – “¡Ay, tía, tía! Me ha dicho ‘hola’ y me ha preguntado que si quedamos para tomar algo”. A lo que mi amiga Carla siempre me pregunta: “¿también te imaginas en el altar con él? Pies de plomo nena, pies de plomo”. ¿Vosotras también tenéis esa amiga? No os enfurruñéis con ella, solo quiere evitar que nos metamos la hostia 450 (aunque nos la vayamos a meter igualmente).

Gracias a su carácter frío, es experta en controlar sus emociones. Cuando nosotras nos derrumbamos, ella es capaz de sujetarnos y aguantarnos sin venirse abajo con nosotras. Y en esos momentos, por muy duro que nos parezca escuchar un “te lo dije”, es lo mejor cuando a eso le sigue un: “pero estoy aquí contigo, cabezona”. A veces, aunque nos parezcan hirientes ciertos comentarios… no está de más pararnos y escuchar, porque pueden salvarnos de hacer muchas de las tonterías que luego acaban en lágrimas.

Da igual que hayan pasado cinco meses, que un año, que siete. Cuando nos ponemos pesaditas con el mismo tema, y ya se conoce la historia de memoria… no dudará en decirnos que somos unas P-E-S-A-D-A-S y que dejemos ya estar el tema. Se planta en rotundo y no nos escucha más. Nosotras podremos seguir soltando la misma retahíla, pero… ella ya ha desconectado hace rato y está pensando en lo guapo que es Mario Casas. Seamos sinceras chicas… a veces necesitamos que nos digan lo cansinas que somos…

Amiga borde

A mí con quien más me gusta arreglarme antes de salir (por lo menos cuando podíamos salir), es con mi amiga Carla. Sí, la borde. Porque gracias a su rotunda sinceridad, siempre será la única que me diga si voy guapa de verdad. ¿Qué me he pintado como una puerta? Mi amiga me llama payasa sin dudarlo. ¿Qué voy conjuntada mu’ malamente? Ahí ya no hace falta que me diga nada. Su cara me lo dice todo. Niñas, si tenéis esa amiga… no la dejéis escapar.

Si no contesta los Whatsapp o no coge el teléfono a la primera… no gastes tus energías en cabrearte. Si no ve en la pantalla diez llamadas perdidas y cincuenta whatsapps, sabrá que no era tan urgente. Luego es experta en arreglarlo todo con un: “Tía hazme un resumen que paso de leer los doscientos mensajes que habéis mandado”. Yo a veces se lo hago como recompensa por aguantarme tanto.

Es súper típico eso de espantarnos al pesado de turno en la discoteca. Pero chicas, si hay algún chico que de verdad nos gusta… avisadla con tiempo porque si con suerte se nos acerca a charlar con nosotras, puede ser que, con su mirada asesina, también lo espante. A mi amiga, algún valiente que otro que se ha atrevido a acercarse a ella en la discoteca, le ha llegado a decir que no sabía si acercarse porque le había dado miedo. ¿Vuestras amigas también son de esas?

Amiga borde

Como consejo del día: Recuerda que cuando veas a tu amiga la borde con su típica y característica facción seria, no le preguntes si le pasa algo. Correrás el riesgo de que te mande a la mierda porque, es su cara. No le pasa nada. Duerme tranquila, si le pasa… te lo dirá.

En fin, chiquis, hablamos de la amiga borde, pero, poco se habla de su infinita paciencia porque, nos aconseje lo que nos aconseje y nos diga lo que nos diga… al final siempre haremos lo que nos salga del chichi y ella no podrá meternos un sillazo por respeto a la silla. ¡Qué vivan las amigas bordes que hoy adoramos!