El tema de la salud mental se encuentra cada vez más en auge, después de todo lo que hemos vivido en la pandemia y demás parece que los estigmas que rodean el pedir ayuda psicológica van cayéndose poco a poco.

Aunque aún queda un largo camino, son cada vez más las personas que deciden dar el paso de acudir a terapia en ciertos momentos de su vida, para poder cambiar su situación y mejorar.

Pero en este post quería hablar de una tendencia que llevo observando tiempo tanto en consulta como en las relaciones que me rodean, y que creo que habría que pararse a analizar detalladamente.

Últimamente no paro de encontrarme problemas de pareja o relaciones que llevan mal bastante tiempo, donde por lo general una de las partes tiene problemas emocionales, ya que hay una nula o poca gestión de estas, problemas con la ira, poca responsabilidad afectiva o simplemente está muy lejos de ser un adulto funcional, lo cual provoca que la relación esté en crisis y en continuas broncas.

El problema viene cuando la otra persona, agotada de esta situación, decide ponerle fin a la relación o lo plantea de alguna manera, porque no ve ningún cambio y siente que no puede más.

Es aquí donde aparece el despliegue de medios por parte de la otra persona, que no quiere que la relación se rompa y es cuando hace la promesa de que le de otra oportunidad, que quiere cambiar, “quiero ser la persona que te mereces” y es cuando te promete que va a ir a terapia.

Ir a terapia es un proceso maravilloso, sobre todo cuando se necesita y se quiere mejorar la situación, pero cuando esto se utiliza como forma de manipulación para hacer creer a la otra persona que vas a cambiar, es cuando aparece el problema.

Querer mejorar o cambiar debe ser una decisión personal, ya que eres tú y solo tú el que te vas a tener que implicar en ese proceso, tocará hacer introspección y hacer grandes cambios que en ocasiones pueden ser duros y difíciles, por eso, si este proceso se hace sin convencimiento o para retener a la otra persona, es cuando no funciona.

Por lo general me suelo encontrar dos situaciones, una en la que esa persona acude a terapia pocas veces, alegando o que no sirve para nada o que ya no le hace faltan más consultas porque ya está curado del todo o los que necesitan un largo proceso de terapia en el que por lo general, no se encuentran precisamente en el momento de poder tener una relación.

Si tu pareja tiene problemas, no cambiará de la noche a la mañana y es muy respetable querer apoyarles en esos momentos y querer acompañarlos, pero cuando el ir al psicólogo se vuelve una forma de manipulación y una excusa, cuando el otro no se implica, lo único que haremos será permanecer en relaciones que no funcionan y que no van a cambiar.

Por eso, si tu pareja tiene problemas a la hora de gestionar las emociones, sobre todo las que tienen que ver con la ira, el enfado, carece a su vez de empatía, parece que la loca eres tú o la que no es capaz de entenderle y te ves tirando y tirando, cuando aparece el argumento de “voy a ir a terapia” puede ser una trampa muy peligrosa para hacerte creer que se va a dar un cambio que nunca va a llegar.

No te quedes en relaciones que no te hacen feliz, relaciones que te desgastan y en las que solo sientes que tiras tú, por que a la larga, estas relaciones pueden acabar contigo, tu autoestima y tu estabilidad emocional, y eso no tiene precio.

Aida Vallés Psicóloga especializada en Sexología y terapia de pareja

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