Procedo a realizar un análisis multisensorial del producto (sub)alimenticio conocido popularmente y nominado de forma oficial como “ Risketos ”, comercializado por la marca Risi.

En un primer contacto visual podríamos caracterizar dicho producto por ser anarajado (plus), en forma de bastón (y por lo tanto fácil de manejar, plus plus) y al mismo tiempo disforme dentro de su fálica morfología, lo cual nos permite reconocerlo como un producto natural, del campo. Dicha anormal caracterización física se diferencia de los pepinos, calabacines y demás derivados anticipándonos un sabor completamente diferente (y por lo tanto mucho mejor, plus plus plus). En cuanto al tacto, se describe como un cetro desigual (original, natural, campo, hortalizas, verdura, etc) con una rugosidad que lo hace único y de la que se deshace para hacer de tus dedos una extensión más del admirado tentempié que provocará más de una mordida de dedo entre lametazo y lametazo (xD). El oído. La alarma del riskeradar se activa automáticamente al escuchar el plateado envase de este delicioso manjar. No es necesario que se esté abriendo, solo al escucharlo la secreción de saliva alcanza niveles superiores a la salivación observada en el experimento de Pavlov.

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Demos por supuesto, que el susodicho envase metalizado se abre para perder su atmósfera protectora dejando libres domingos y domingas los aromas con los que nos deleita tamaña proeza culinaria. Es en este momento, cuando comienza la tensión en la sala. Si no eres el portador del paquete (a veces intentando disimular) intentas identificar al humano causante de que tus papilas gustativas te pidan marcha. Si, por el contrario, el mentecato que ha cometido el error de principiante de pervertir la bolsita en público eres tú, la protegerás con tu vida, pero las alimañas te rondarán y lucharán por llevarse un trozo de esa carne de primera al gaznate y te jodes, por haberla desvirgado en público.

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Finalmente, ese sabor tan simple, pero adictivo. Tan sutil y atrayente. Tan tonto y conocido. Y, lo que es más, el sabor de tus yemas cuando has dado buena cuenta de esta bondad de la vida.

Hay placeres adultos, pero poco se habla de los placeres aptos para todos los públicos.

Autor: Edumar.