Querida Adriana Abenia, después de leer este artículo (y contrastarlo) tengo la necesidad de hablarte. No sé si llegarás a leerme y quizás no te siente del todo bien lo que vengo a decirte, pero creo que es importante reflexionar sobre determinados temas.  

Lo primero que quiero decirte es que entiendo tu cabreo. Es terrible que por culpa de la sobreexposición de las redes sociales tengas que lidiar con trolls que dicen que si te pones a dieta fomentas la anorexia (¿?), además de tener que hacer frente a los juicios habituales sobre tu cuerpo. Seguro que es muy cansado tener que justificar todas tus rutinas y tus cosas para que te tomen en serio. Nosotras lo sabemos muy bien (hablo en plural porque estoy segura de que el resto de loversizers opinan parecido) y en eso te apoyamos muy a tope, porque es un asco que se sigan machacando las decisiones de una mujer de esta manera. Me parece genial que quieras poner remedio a «tu culo latino» y que quieras bajar 10 kilos para encontrarte mejor contigo misma. Aunque lo ideal sería que nadie te indicara cómo tienes que estar, porque debería ser una decisión exclusivamente tuya. Ni de tu madre, ni de tu endocrino, ni de nadie. TUYA.

«En este país sólo se hace apología de los kilos. Si en un momento dado quieres cuidarte y acudir al gimnasio ya estás fomentando la anorexia y no»- dice Adriana.

Pero, querida, no hace falta «desmerecer» a otros movimientos y luchas para defender tu postura. Y mucho menos tirar de demagogia, porque en este país no se hace ni apología de los kilos ni nada por el estilo (es más, me atrevería a decir que ocurre todo lo contrario, pero eso es un debate muy amplio); otra cosa es que exista un activismo que  reclama un espacio de inclusión para un porcentaje de la población que ha sufrido discriminaciones de todo tipo solo por no tener un cuerpo normativo.

Tus palabras concretas fueron estas, Adriana:

«También quiero denunciar que esté mal visto llamar a una persona gorda pero cuando estás delgada no hay ningún problema en que la gente te insulte, te diga que fomentas la anorexia o que te tienes que comer dos cocidos. A mí me ha pasado».

Es verdad, estas cosas pasan mucho… demasiado, pero no arreglamos nada comparándonos. Hablar de discriminaciones es muy complicado porque algunas son muy sutiles, quien las vive las conoce y nunca es fácil verbalizarlo por eso de la vulnerabilidad. Yo estoy gorda y no puedo (ni quiero) hablar sobre lo que sufren las personas delgadas en su día a día. Jamás se me ocurriría (a día de hoy, después de mucho trabajo personal en este sentido, lo reconozco) hacer de menos sus complejos. Pero una cosa tengo clara, aunque todas las mujeres (las que son consideradas guapas y las que no… guiño-guiño) suframos las consecuencias del imperio de un canon de belleza concreto y muy tóxico (además de la sobreexposición en casos como el tuyo), existen claros patrones de comportamiento social que excluyen y criminalizan a unas corporalidades más que a otras. Pero no por esta circunstancia la lucha tiene que dejar de ser conjunta. La lucha de unas, es la lucha de todas. Eso es el body postive, apoyarnos sin tener que meternos en el jardín de señalar la lucha de las otras.

A lo mejor es cosa mía, pero creo que siempre es positivo sumar.