En esta vida hay varios tipos de gordas. Por una parte están las gordas en pausa. Éstas son aquellas que, como mi madre, llevan toooda su vida a dieta y logran mantener su peso, pero al más mínimo descuido ¡PUM, tres kilos arriba!.

De otro lado están las nuevas gordas. Mujeres que por X motivos ahora son gordas y están acostumbrándose a sus nuevos cuerpos. Toda su vida han sido delgadas pero ahora se unen al club de las gordibuenas.

Y, por último, están las gordas de toda la vida. Siempre han vivido con un cuerpo esponjoso y han aprendido a amarlo tanto que ya se ríen hasta de sí mismas. Si tú también eres una GORDA DE TODA LA VIDA seguro que te reconocerás en alguna de estas situaciones.

  • Tu abuela siempre te ha dicho que no te preocupes, que tu eres de “hueso ancho” tratando de justificar tu sobrepeso de manera amable.

  • En las reuniones familiares o con amigos de papás todos han asumido que eres de buen comer aunque no te guste ni el aire.

  • De pequeña, tus amigas siempre te ofrecían el resto de sus bocatas o meriendas como si fueras el cubo de basura del grupo (a mí, me lo hacían incluso en la universidad).

  • En tus cumpleaños siempre te regalaban complementos en vez de ropa. Primero porque el arriesgarse a traerte algo que te quedara pequeño daba miedo. Y segundo porque la ropa para ti siempre ha sido más cara.

  • Nunca has heredado ropa de tus primas mayores porque al heredar a ti ya te quedaba pequeña.

  • Tu madre te mandaba fruta para el recreo en vez de el típico bocata que llevaban tus compañeros.
  • De adolescente decías que no corrías porque “correr es de cobardes” y tú no lo eras.

  • Tuviste que hacer la comunión con un vestido de novia adaptado porque no había trajes de niña lo suficientemente grandes para ti.

  • Aprendiste a comer sola antes que a caminar.

  • No sabes lo que es usar una talla 38. Tú pasaste de la talla 16 a la 42.

  • De adolescente usabas los bañadores deportivos a modo de faja.

  • Siempre has usado las rodilleras como remedio para los pantalones rotos en la entrepierna.

  • No sabes lo que es llevar una falda o un vestido sin el típico pantaloncito corto. Por eso ahora abrazas cualquier remedio anti-rozaduras.

  • Tu madre siempre te ponía menos comida en el plato que al resto de tus hermanos tratando de ponerte a dieta sin que te dieras cuenta.

  • En Educación Física siempre tratabas de escaquearte para no correr. Yo he llegado a decir que no podía correr porque tenía asma o porque me había dado un flato o porque estaba mareada… Y cuando no quedaba más remedio ralentizaba el paso para dar 8 vueltas en vez de 10.