Te voy a contar la primera cita Tinder de 4 de mis amigas: No sé si es casualidad o no. Quizás mis amigas y yo somos todas unas payasas y nos pasan cosas dignas de comedia.
-El pescador-
Mi amiga tenía grandes expectativas con este chico. Habían estado hablando durante un par de semanas y tenían muchas cosas en común así que los dos se aventuraron a conocerse en persona.
Mi amiga pasó más de una hora alisándose el pelo y otro tanto maquillándose – EL HYPE ERA REAL – No había quedado nunca a través de Tinder y claro, tampoco tenía muy claro qué se iba a encontrar.
Quedaron en un bar y sacaron un par de cañas a la terraza. La cosa iba bien, el chico parecía estar muy cómodo y eso ayudó a que mi amiga también se sintiera cómoda. Hablaron de todo, de sus relaciones pasadas, de sus familias y trabajos. La cita iba como la seda. Mi amiga se puso a hablar de su viaje a Costa Rica y cogió el móvil para enseñarle fotos del viaje.
Mientras buscaba el móvil en su bolso, se dio cuenta de que su cita se había metido el dedo en la nariz. Ella subió la mirada y disfrutó de butaca VIP para contemplar la pesca, captura e ingesta de un mocarro de más de 1cm de largo.
Mi amiga, con su saber estar, hizo como que no había visto nada, cogió el móvil y le enseñó las imágenes.
Cuando los dos se despidieron, él quiso besarla y ella obviamente, le plantó una cobra como una catedral.
“Pensaba que habíamos conectado, he estado muy a gusto” Le dijo él.
“Ya bueno, he visto como te comías un moco y me ha dado mucho asco, que quieres que te diga” Le contestó mi amiga.
“Tía, qué más da, estaba sequito” Le dijo él.
“¿Hola? ¡Estaba sequito! ¿Pero qué me estás contando? Si ese es el nivel de la primera cita, al de un mes estoy oliéndole los pedos y al de dos estoy viéndole los derrapes ¡Que no! ¡Que no!” Pensó mi amiga, así que no volvió a quedar con él.
-Macgyver-
Nos costó casi un año convencer a mi amiga de que se hiciera Tinder. Eso sí, cuando se puso, se puso bien.
No sabíamos que había dado el paso de bajarse la App y un día me sorprendió contándome que había quedado con un chico:
“Bueno, me daba mucho apuro, yo que sé. Pero sí, quedé con él.
Fue todo muy espontaneo, empezamos a hablar y fue todo muy natural. Tanto que al día siguiente nos animamos a vernos, además él vive cerca de mi casa.
Quedamos para comer y bueno, allí aparece, con un pantalón de chándal con agujeros y una camiseta que en algún momento de su existencia fue blanca. Yo pensé: será que hace bricolaje o algo así, cómo tampoco habíamos hablado mucho, no sabía muchos detalles de su vida.
Bueno, nos sentamos y yo no sé si me vio cara de lerda o qué, pero me empezó a contar que estaba muy orgulloso de sí mismo porque en 33 años, era la primera vez que había conseguido tener un trabajo.
A ver, el tío me lo decía con una sonrisa de oreja a oreja y yo no podía dejar de mirar a mí alrededor buscando la cámara oculta. Le pregunté a ver qué le había pasado. Yo que sé, lo mismo el chico pasó por una época complicada y tiene una historia interesante para contar ¿Sabes? Pues no, me contesta “He estado muy ocupado haciéndome pajas, comiendo macarrones y jugando a la play” y se empieza a despollar vivo.
Le dije que todos tenemos nuestro ritmo, nuestro proceso y que me alegraba que ahora se sintiera bien consigo mismo. ¿Sabes qué hizo? Cogió la servilleta y me dijo «¡Atenta, esto no lo has visto nunca! ¡Lo aprendí la semana pasada!»
Coge la servilleta y la dobla en 4 y me dice sorprendido “¡Tía! ¡4 trozos iguales!”
¿Enserio? ¿Este es el nivel de Tinder? El tío me estaba vacilando, se estaba riendo de mí. No lo entiendo, de verdad que no. Ni terminé mi plato, fingí una llamada de teléfono y me fui. Es que, sentía que se estaba riendo de mí, te lo digo en serio.»
-El amante bandido-
Una de nuestras amigas había estado varios meses hablando con gente en Tinder, pero nunca le echó valor para quedar con nadie. Hasta que un día dio con el amante bandido: Un tío que le calentó tanto las bragas hablándole de sesiones de sexo furtivo, que cayó. Mi amiga cayó.
Nada de tonterías, la primera cita fue en la casa del chico. Tenían todo planeado: ella iría con una gabardina y ropa interior debajo y él le esperaría en su casa, con velas y una fusta.
Ella nos iba narrando el trayecto hasta su casa, estaba muy cachonda y lista para montarse en la mejor montaña rusa sexual de la historia. “Luego os cuento. He llegado” Nos dijo.
Bueno, al de media hora ya nos estaba mandando audios de voz:
“¿Pero qué coño acaba de pasar?
Llego súper cerda a su casa, me empotra contra la pared y me quita la gabardina. Vale, bien, ya estoy empapada, estoy lista para la jarana.
Se sienta en su cama y me dice que me quite las braguitas despacio, que me dé la vuelta y me incline hacia delante. Bueno, oye, no sé a mí me pone que me peguen con la polla en las tetas, tampoco voy a juzgar a nadie.
El tema es que, recojo las braguitas del suelo para echárselas a la cara en plan sexy, me doy la vuelta y el tío se estaba pegando la corrida del siglo en la mano. ¿Pero qué cojones? ¿Y yo qué pinto aquí?
Bueno, no pasa nada, 5 minutos de rigor y volvemos al juego, no sé. A ver me parece de mal gusto pero bueno, no se acaba el mundo. Le digo con voz juguetona “¿Me vas a dar lo mío papi?”. Él me mira y con voz de crío de 5 años me dice: si me preparas unos macarrones te como el coño.
¿Perdón? ¿Pero qué coño?¿Me estás vacilando?¡Chicas, he flipado!
He intentado retomar el asunto y con dos ovarios le he puesto el coño en la cara y le he repetido “¿Me vas a dar lo mío papi?” y el tío me aparta y me dice seriamente “Lo de los macarrones no era una broma”
¿Cómo os quedáis? Pues nada, que estoy de vuelta a casa en bragas y gabardina.»
-El príncipe azul-
Seguro que tú también tienes la típica amiga romántica que cree en los cuentos de hadas. Después de 2 años de soltería, la mía decidió dejar de esperar y comenzó la búsqueda activa.
Mi amiga buscaba marido, no nos confundamos. Ella estaba buscando al padre de sus hijos y lo dejó claro hasta en su perfil de Tinder.
Todas nos sorprendimos cuando un día nos contó que llevaba algo más de una semana hablando con un chico increíble. Los dos buscaban lo mismo, formar una familia, comprarse una casa y tener una rutina familiar.
Nos enseñó una foto del chico y la verdad es que encajaba al 100% en la descripción de su hombre perfecto. Se pasaron 4 meses hablando y haciendo llamadas por skype hasta que un día pusieron fecha para la primera cita.
Bueno, mi amiga ya estaba pensando a cuanto podría la hipoteca y los nombres de los hijos. Increíble el sarao que se montó en la cabeza, pero bueno es que habían sido CUATRO meses de conocerse por skype y whatsapp.
Organizaron una cita preciosa, fueron al teatro, a cenar y después dieron un paseo por la ciudad bajo la luz de la luna. Y si, follaron.
Subieron a la casa de mi amiga y como ella nos contó “No follamos, hicimos el amor. Fue el sexo más bonito que jamás he tenido, me miraba a los ojos, me penetraba mientras me besaba, fue precioso, de verdad”
¿Y qué pasó? Que al principie azul se le destiñó la capa y no volvió a aparecer. A la mañana siguiente se despidió de mi amiga con un beso y un “Eres mi alma gemela” pero nadie volvió a saber nada de él.
Mi amiga estaba muy preocupada, hasta llegamos a pensar que quizás le había pasado algo grave. Un día investigando, mi amiga dio con su perfil de Facebook (él le había dicho que no tenía) y ¡SORPRESA! Estaba casado y tenía dos niñas gemelas de 3 añitos.
Vamos, que encontró un marido, pero no el suyo.
Después de las historias relacionadas con Tinder que escucho, me cuesta bastante entender cómo aún hay amigas que siguen en la aplicación. Si tu eres fan y habitual de Tinder POR FAVOR explícanos: ¿Qué estamos haciendo mal?