Llevo años lidiando con la ansiedad y he terminado haciéndome amiga de ella. A ver, no es una amiga cercana porque la verdad es que estaría mucho mejor sin ella pero desde que decidí aprender a entenderla siento que nos llevamos un poquito mejor. Si tú también la tienes como colegui, quizás hayas sentido estas 5 cosas.

Te han dicho alguna vez que te calmes en plena crisis de ansiedad: Claro, porque tener ansiedad es algo totalmente voluntario, algo que puedes apagar y encender como la Nintendo y que no es más que unos nervios tontos pegados en el pecho…¿Verdad? Los que sufrimos ansiedad sabemos que algo se enciende por dentro cuando oímos esa frase. ¡No nos digáis que nos calmemos! Si fuera tan fácil nadie tendría ansiedad y además está demostrado que esa presión por calmarte te genera hasta más incomodidad.

Sientes que la gente va a quitarle importancia a lo que te pasa: Me ha pasado muchas veces que, al contar que sufría ansiedad, la gente ha empezado a compararlo con su estrés, sus nervios por el trabajo o por cualquier asunto…Eso no solo me ha hecho sentir que lo mío es una bobada, sino que también me reafirma que la gente no tiene ni idea de lo que es realmente tener ansiedad y la comparan con cualquier momento puntual de nervios, sin darse cuenta que para nosotros es mucho más que eso y nos condiciona la vida en más momentos de los que nos gustaría. Al final, son emociones que no nos ayudan a convivir con la ansiedad sino que refuerzan en nosotras el rechazo y la incomodidad de sentirla.

Entras en bucle y no puedes evitarlo: Yo tengo una batalla personal con mis bucles. Sé que no debería, porque solo empeoran más mi ansiedad pero odio ese momento en el que soy consciente de que estoy entrando en bucle y no puedo hacer nada. Solo respirar, repetirme mis mantras para calmarme e intentar distraerme con otra cosa. Nuestros pensamientos alimentan nuestra ansiedad y entonces la ansiedad te lleva a esos pensamientos. Vamos, un claro bucle sin fin que es difícil de controlar.

-Intentas controlar todo para calmar tu ansiedad: La sensación de tenerlo todo controlado nos da seguridad y pensamos que así la ansiedad nos va a dar tregua. Intentamos tenerlo todo bien atadito para que no haya sorpresas de última hora y que así sepamos afrontar lo que va a pasar. Lo que sucede entonces es que la vida toma el rumbo que tenía que tomar y ese no siempre es el que tú planeaste, lo cual genera…adivina… ¡Ansiedad! Lo cierto es que, con el tiempo, aprendes a que esa ansiedad no te pille de sopetón, porque todas sabemos que la vida a veces nos da sorpresas que no podemos prever así que, con mucha paciencia y herramientas, conseguimos que el rumbo que tomen los acontecimientos no nos desequilibre más de lo necesario.

-Te aterra el conflicto: No sé si esto depende más del nivel de autoestima que tengas pero yo reconozco haber evitado conflictos por ahorrarme la ansiedad que me genera el pensar que los demás van a abandonarme o dejarme de querer. Esa sensación de “si hago o digo esto, todos se van a ir de mi lado” ha sido siempre el detonante de mi ansiedad, por lo que intentar complacer a otros ha sido mi mejor arma para calmarla aunque haciéndolo me estaba perdiendo a mí misma.

La ansiedad siempre tiene una razón de ser. Eso es lo que más he aprendido todos estos años con ayuda de mis terapeutas. Que hay cosas que no puedo controlar y debo aprender a soltar aquello que no me pertenece. Que los conflictos no siempre son malos, porque a veces te ayudan a conocerte y definir tus límites. Que soy capaz de gestionar mi ansiedad mucho más de lo que creo y que no podemos pretender que todo el mundo nos entienda porque solo quien lo vive, lo sabe.

¿Vosotras habéis sentido alguna de estas cosas?

Os abrazo (L)

 

Redacción WLS