Hubo un tiempo en que romanticé mi idea de vejez: con mi pareja y mis amigas cerca, sesiones de cartas o dados en un porche mirando al horizonte a veces, para ver cómo se pone el sol. Es imaginación pura, ¿eh? Nada de expectativas poco sanas.

No va pasar porque, muchísimo antes de que llegue eso, ya voy sobrando en el grupo. Y os cuento las seis señales que lo confirman por si a ti también os pasa.

1. A tus planes no se suma nadie

Da igual lo que propongas. Con las noches de fiesta ni te lo molestas, pero para dar un paseo tranquilo casi que tampoco les da. Si quieres verlas, te tienes que ir una tarde al parque o esperar en las gradas del pabellón con ella a que su hijo termine la extraescolar. Ellas ya se esfuerzan bastante por cuadrar horarios como para integrarte en la ecuación, serás tú quien tenga que hacer el esfuerzo siempre. Al menos, los próximos 14 o 15 años.

2. Las reacciones a tus comentarios son testimoniales

Pueden juntar 500 o 600 mensajes en WhatsApp alternando unos asuntos con otros, todos ellos muy relevantes para ellas. Os pongo un ejemplo:

  • Una noticia de actualidad catastrófica.
  • La manifestación conjunta del miedo ante la cantidad de cosas malas que pueden pasar.
  • Las vacunas de sus hijos: las que tocan, lo que duelen, lo que provocan y narración detallada de todos los momentos en que les ha tocado ponerles una.
  • Pequeñas noticias catastróficas anónimas con un hilo conductor común, por ejemplo, enfermedades en niños.
  • Fotos de las últimas adquisiciones en Vinted.
  • Las comidas de sus hijos: lo que hacen, lo que les gusta, lo que no y narración detallada de incidentes previos relacionados con ella.

Has intentado meter baza comentando algo de tu propia rutina, entre medias o después. Lo máximo que has obtenido son reacciones con emojis.

3. Pocas te avisan para algo

Básicamente, porque pocas comparten ya hobbies contigo, sean solteras o casadas, sin hijos o con ellos. En un grupo grande siempre son normales los subgrupos por afinidad. Ahora esos subgrupos se reducen a tres, dos o un solo miembro. Vamos, que estás sola.

4. Te aburren sus conversaciones

Las ves, se ponen a hablar entre ellas y tú no logras meterte en el partido. Estás ahí, esperando tu momento de aportar, pero no llega. Eres una convidada de piedra, así que desconectas mentalmente o con la ayuda de tu inseparable teléfono móvil. Poco tienes que añadir porque o no te interesa, o no tienes conocimientos o vivencias en el tema. Supongo que, al revés, pasará igual. Tú también les aburres.

5. Solo tenéis en común las anécdotas de juventud

De repente, tus amigas te parecen unas desconocidas. Hablan raro. Les preocupan cosas que antes no, algunos de sus valores han cambiado, e incluso están transitando puntos oscuros del espectro político. Tampoco os gustan las mismas cosas, así que, cuando os veis, lo más emocionante que puede pasar es que recordéis aquella vez en la playa en la que se emborrachó la Mari y se cayó en el espigón con un kebab en la mano, ya de recogida.

6. Vuestros maridos no se soportan

Esto es lo de menos, en realidad. Mientras vosotras os llevéis bien y tengáis vuestro espacio propio, poco importará que los maridos se caigan mejor o peor. Con que se toleren durante bodas y otros eventos, suficiente. Pero, claro, es un extra. Dos maridos que son superamigos contribuirán a que la relación no se termine de enfriar. Pero, si no se soportan, unido a todo lo anterior…

Si te sucede, juego en tu equipo. Yo no me lo tomo a mal, ni siquiera me provoca tristeza. Si acaso, cierta melancolía, nada más. Pero no lo interpreto como un complot contra mí o una repentina antipatía, ni mucho menos. Esto es parte de la vida, y madurar es entenderlo y desprenderte de esas creencias idealistas de que tú podrás resistirlo todo. Que a ti no te pasará eso de tener que reducir al máximo tu círculo íntimo.

Las amigas tienen evoluciones personales diferentes y toman caminos diferentes que, a la vez, constituyen estilos de vida que pueden ser muy muy distintos. Eso es lo que ha pasado en mi grupo, sin más. Tal vez la vida nos vuelva a juntar en puntos similares, como cuando éramos chavalas. Tal vez no. Lo importante es vivir en paz con ello.

Esse