Gracias por ser mi cómplice en todos y cada uno de los momentos más importantes de mi vida. Aunque eso haya implicado verte envuelta en situaciones que ni tú misma te esperabas. Lo has hecho siempre sin dudar ni un segundo.

Gracias por tu paciencia. Por saber escucharme sin descanso cuando mi mente empieza a desbordarse de todo lo que ronda mis pensamientos.  Por intentar entenderme y ponerte siempre en mi lugar. Aunque no estés de acuerdo con lo que comparto.

Gracias por hacer tuyas cada una de mis guerras y batallas. Por ponerte la armadura y luchar a mi lado sin desfallecer. Aunque supieras que estaban perdidas antes de iniciarlas.

Gracias por empujarme al vacío cuando yo no me atrevía. Y lo más importante de todo. Gracias por tirarte junto a mí y cogerme de la mano. Sólo para que no tuviera tanto miedo. Sólo para que no me sintiera sola en el caso de estrellarme.

Gracias por tus jarros de realidad. A pesar de que me dejan peor de cómo estaba. Porque implica que tienes que obligarme a frenar y a recapacitar. Aunque tengas que darme dónde más me duele. Las dos sabemos que lo necesito. Y sabemos también que te duele tanto como a mí.

Gracias por guardar bajo llave mis más profundos secretos. Por asumir esa responsabilidad sin dudarlo, sabiendo que no me atrevo a confesárselos a nadie más que no seas tú. Pero sobre todo, gracias por no juzgarme NUNCA.

Gracias por escucharme y  por todos los consejos que me das. Pero sobretodo, mil gracias más por los consejos que me das sin que ni siquiera te los pida. Las dos sabemos que esos son los que más necesito oír. Porque eso significa que intento esquivar responsabilidades o decisiones que me van a doler. Y tengo que afrontarlas.

Gracias por curarme las heridas cuando no te hago caso y acabo rota por dentro. Por arrastrarme para salir de casa, para despejar la mente y para desahogarme. Las dos sabemos que me cuesta un mundo hacerlo, pero también sabemos que pocas personas consiguen sacarme de lo más profundo como lo haces tú.

Gracias por no decir nunca: Te lo dije. Aunque sé  que te mueres por decírmelo. Por eso, gracias por saber ver que no son esas las palabras que necesito oír. Aunque me las merezca más que nunca.

Gracias por ser uno de mis catalizadores. De las únicas personas capaces de hacer parar mi mente y detener el bucle de pensamientos en el que me veo inmersa tantas veces. Incluso cuando tú misma te ahogas en ellos y no sabes cómo rescatarme. Siempre lo consigues.

Gracias por saber descifrar mejor que nadie mi lenguaje oculto. Por saber leer entre líneas todo lo que soy incapaz de verbalizar. Por saber leer incluso mi tono voz. Porque con eso has conseguido estar siempre cuando más lo he necesitado.

Y por último, gracias por todos y cada uno de NUESTROS momentos. Los buenos, los malos, los intensos, los divertidos, los tristes, los tiernos.. TODOS forman parte de nuestra de historia. Pero sobretodo, gracias por continuar queriendo sumar a mi lado.