Alimentación “no normativa” o por qué los huevos fritos plastificados quizá no sean ninguna locura

Hace varias semanas, cotilleando Twitter, vi un tuit de una chica, a propósito de los famosos huevos fritos que vende Mercadona, ya hechos y en bandeja. Respondía a todas aquellas críticas que se han hecho, porque para mucha gente, plastificar unos huevos fritos o una mandarina ya pelada, es la prueba irrefutable de que el mundo se va al carajo con todo el equipo.

La chica, la cual me hizo reflexionar y a la cual no le puedo quitar razón, vino a decir algo como esto: 

“Es una barbaridad vender huevos fritos o mandarinas peladas en bandeja… siempre y cuando puedas freírte un huevo o pelarte una mandarina”. 

Es decir, si mi cuerpo y mi mente me permiten freír huevos o pelar fruta, encontrar huevos fritos hechos o frutas peladas en bandejas es un sinsentido. Pero… ¿y cuando se carece de esa posibilidad? 

No vengo a defender en concreto estos productos ni a defender que esa sea la mejor forma de venderlos al público, porque ese debate puede dar para otros textos. Me basta con exponer lo que significa vivir a la fuerza con una “alimentación no normativa”. 

Hay formas de alimentación no normativa que ya conocemos, ya sea por ética o por necesidad, como es la alimentación vegana o la alimentación sin gluten. Pero cuando nos metemos de lleno en ciertos mundos, vemos que hay más formas de alimentación no normativa de lo que nos podríamos imaginar. Como ya he dicho en varias ocasiones, soy una mujer con discapacidad/ diversidad funcional. Ello me ha unido a personas con mi misma condición, aunque con diagnósticos muy diferentes y con todo tipo de habilidades y dificultades. 

Tengo la enorme suerte de no haberme visto privada de muchos alimentos a lo largo de mi vida. También tengo la tremenda fortuna de que nada me impida pelarme una fruta o freír un huevo (más allá del pánico a que me salte el aceite encima). Pero como persona con Espina Bífida (mielomeningocele exactamente, duda que vi en algunos comentarios en redes cuando escribí sobre el aborto), mis médicos siempre me han aconsejado ir con cuidado con el látex (somos un colectivo con una alta posibilidad de alergia) y con muchas frutas tropicales, pues se producen alergias cruzadas. Muchas amistades no pueden ni acercarse a este tipo de comida. O, por ejemplo, en otras patologías, he conocido a personas que solamente podían comer alimentos triturados o necesitaban espesar el agua porque no podían tragar líquido sin peligro de que se les fuese por otro lado. 

Luego, hay otro tipo de problema, como ya he dicho, que es la incapacidad de cocinar o prepararte alimentos (que todo este rollo lo estoy soltando por esta razón). Os rodean personas que nunca, por mucho que se les enseñe y se les apoye, podrán pelarse una manzana o una naranja. Nunca podrán freírse un huevo o hacerse una tortilla. O hacerse un filete a la plancha. Su condición les impide desarrollar esas capacidades. Pero claro, esas mismas personas quieren comerse una manzana, una naranja, un huevo frito, una tortilla o un filete. Para mí, esto también es alimentación no normativa, pues comes lo que puedes cocinar, no lo que te gustaría. ¿Acaso no tienen derecho a encontrar comida sin que les cueste sangre, sudor y lágrimas disfrutarla? ¿Acaso no es importante que puedan comer algo que les guste sin perder autonomía o sin tener que recurrir siempre a terceros para ello? 

Se ha asociado la comida preparada a una vida con prisas, con estrés, al cansancio, a las pocas ganas de cocinar… Pero para mucha gente, la realidad es que, sin esta comida ya preparada, tendrían que perder parte de su independencia pidiendo a otros que cocinen o tendrían que recurrir a otros servicios en los que, efectivamente, se consigue comida, pero no es ni lo que te apetece ni está hecho a tu gusto. 

¿Un huevo frito plastificado es la solución? ¿Pelar una mandarina y meterla en una bandeja es la mejor opción? Pues, muy probablemente, no (y de hecho los fabricantes de los famosos huevos se han pronunciado para reconocer que en ningún momento lo han hecho pensando en gente con alguna discapacidad). Como ya he dicho, no vengo a defender que estos productos son el mejor invento en lo que llevamos de siglo. Pero sí defiendo que, lo que para mí puede ser una barbaridad y el colmo de la pereza, para quienes quieren y no pueden, es una gran noticia. 

La sociedad en la que vivimos es un abanico casi infinito de posibilidades. Y no se puede dar por hecho que, aquello que para mí es inútil, lo es para otras personas. Que yo no enfrente tus dificultades no significa que esas dificultades no existan. 

¿Y si, ya que hablamos de alimentación, le damos la vuelta a la tortilla? Invito a que, en los comentarios, se abra espacio para compartir vuestras formas de alimentación, cómo conseguís superar aquellas barreras que os encontráis y, por qué no, aunque tu alimentación sea normativa, te invito a que compartas soluciones que se te ocurran para poder comer saludable, rico y variado.