Por favor madres, léanme con un poco de humor, que ya sé que me van a funar jaja

 

Si tienes amigas que ya son madres y tú sigues perdiendo el sueño no por amamantar a un bebé sino por demasiados Tanqueray-tónica, es probable que a estas alturas ya te hayas dado cuenta de que reproducirse está sobrevalorado.

He de admitir que, cuando mis amigas empezaron a quedarse embarazadas, sentí que algo en mí estaba mal. Que, por alguna razón, la naturaleza no quería que mis genes perduraran. Eso aparte de que aún no he encontrado un tío que no sea gilipollas, claro.

Pero ahora que abrazo mi soltería como al oso amoroso rosa, la envidia del principio se ha convertido en compasión.

He aquí las principales razones por las que compadezco a mis amigas madres:

  • Se han dado cuenta de que su marido es lo peor… y ya es tarde. Cuando en la pareja sólo hay dos, los problemas no parecen tan graves. Si te hartas, ciao pescao, y tan a gusto. Pero si ser padre le queda grande a tu pareja, le queda tan, tan grande, que sale de fiesta cada fin de semana mientras tú te quedas sola cuidando de tu bebé, entonces, estás atrapada.

    Separarte supone un divorcio, un juicio, una custodia, un trauma… Y, aunque lo hagas, tienes que tragarte a esa persona el resto de tu vida. Menudo papelón.

  • Están preocupadas más de 24 horas al día y se les nota en las bolsas de los ojos. Aunque sus hijos vivieran envueltos en mil capas de papel de burbuja y no salieran jamás de casa, mis amigas madres seguirían estando preocupadas constantemente.

madre

Pueden irse de viaje y dejar al bebé con los abuelos, sí, pero estarán pensando en ese sarpullido que tenía en la mejilla derecha mientras se toman un mojito en Zahara de los Atunes.

 

  • Cuando hablo de mis planes me miran con cara de corderito de Norit. Es igual que hayan pasado dos semanas, dos meses o dos años. Al ponernos al día, sus historias giran siempre en torno a lo mismo: sus criaturas. He de decir que las mías también: mi trabajo de mierda, los tíos de mierda, mi mierda de vida.

Pero, aunque les esté hablando de la última cita inquietante y asquerosa de Tinder, me miran como si yo fuera su única esperanza para escapar de un abismo de pañales, bibis y tetes.

Y me dan ganas de abrazarlas y decirles que ya pasó, que podemos dejar a su niñx a la puerta de cualquier convento.

  • Se les puede llamar “madre”. ¿Hay algo que envejezca más a alguien que el hecho de que se le pueda llamar “madre”? Pista: NO.