Este tema me lleva por la calle de la amargura pues, como ya digo en el título, la chica no está bien en la cabeza y me preocupa el niño que va a acabar a su cargo.

Y, al mismo tiempo, este sentimiento me genera cierta culpa y un montón de contradicciones… así que os cuento para poneros en contexto:

Esta chica es mi AMIGA prácticamente por decisión y casi imposición suya. Yo nunca la elegí ni lo hubiera hecho en la vida: no solo no tenemos nada que ver sino que me repele bastante su carácter… Simplemente, no encajamos.

Pero no solo no conecta conmigo: es bastante difícil -por no decir, imposible- que mantenga relaciones duraderas ya que siempre acaba enredada en conflictos y malos entendidos que después no acaba resolviendo de manera saludable.

 

 

Yo soy la única “amiga” que permanece a su lado lo largo de los años, muy a mi pesar. Y os estaréis preguntando cómo es así, si yo misma reconozco que no es de mi agrado.

Pues mirad: no estoy orgullosa de ello, pero desde el primer momento de conocerla me enredé en una tela de araña de la que ya nunca conseguí salir: desde ese primer encuentro en un evento de amigos comunes (que pronto dejaron de serlo de ella), pasando inmediatamente por un inocente café para contarme no sé qué cosa que creía que me podía interesar, se sucedieron sin apenas darme cuenta una serie de acontecimientos que acabaron desembocando en que yo me sintiera en la obligación de permanecer en su vida y convertirme en la única persona que no la “abandonaba”.

Realmente me parecía insoportable, como le sucedía a todos los demás, y sentía cómo cada vez que quedaba con ella regresaba a casa sin apenas energía, sin ganas de hablar, ni sonreír, incluso de mala leche. Pero, al mismo tiempo, me sentía responsable de ella. Me daba una pena inmensa ser consciente de lo sola que estaba y no quería rechazarla activamente yo también.

 

Amigas contandose problemas

 

Esto también se debía a que, en el fondo, creo que no es mala persona. A veces, me enternece reconocer buenos sentimientos y un corazón noble en ella. Pero siempre he pensado que tiene algún tipo de problema importante que dificulta enormemente su interacción con los demás:

En primer lugar, solo habla de sí misma. Es prácticamente imposible introducir otra conversación cuando se está con ella, como si simplemente fuésemos parte de su público ante el que es capaz de soltar monólogos que duran horas ignorando completamente que la persona que tiene delante también tiene vida propia y cosas que contar…

Tiene un ego más grande que una casa y parte de sus conversaciones giran en torno a esto: a que es la mejor en no sé qué, a que no sé quién le ha dicho que qué talento tiene en no sé cuánto (y aquí podría explayarme bastante en que en algunas de las actividades en las que se cree un genio, la pobre verdaderamente hace el el RIDÍCULO), a que es guapísima…

Engrandece cualquier mínimo logro o comentario que le hagan. Tanto en positivo (para envanecerse) como en negativo (para declarar nuevas guerras y enemigos).

 

En segundo lugar, todas sus vivencias se acaban basando en enfrentamientos y conflictos con los demás. No hay día que no hable mal de alguien, que no acuse a alguno de sus nuevos conocidos de haberle traicionado o actuado inapropiadamente.

No solo eso: es especialista en hacer numeritos públicamente por todo esto: señala a través de sus redes sociales haciendo unos juicios impresionantes y también es capaz de hacerlo en persona.

Normalmente, sus liadas no tienen ni pies ni cabeza y se basan en exigencias y demandas inapropiadas hacia los demás que se repiten con los mismos resultados una y otra vez.

Yo, lógicamente, y armándome con mil dosis de diplomacia, intenté hacerle ver todo esto en su momento. En seguida se ponía a la defensiva como si yo también le estuviera haciendo daño y estuviese «en su contra».

 

novio-tóxico

 

En un par de ocasiones y por otros motivos, acabó iniciando terapia psicológica. Pero también las abandonaba porque todos los profesionales que la atendían eran unos “incompetentes” y ella sabía siempre más que ellos.

Una de esas veces, incluso me reí a carcajadas en mi fuero interno durante varios días puesto que uno de esos psicólogos le insinuó que podía haber en ella mucho de narcisismo, y montó en cólera. Obviamente, lo abandonó de inmediato.

He de admitir que siempre me ha dado cierta vergüenza que la gente sepa que yo soy su “amiga”. Y que en muchas ocasiones me he preguntado cómo he llegado a esta situación, y sentirme en un callejón sin salida porque, aunque suene duro e incluso cruel, si no me resultara tan difícil, la alejaría completamente de mi vida. El cariño que le tenga por inercia no compensa lo desagradable que me resulta su contacto.

 

 

Bueno, después de toda esta larguísima introducción para que tengáis un poco el dibujo de esta historia, voy al quid de la cuestión: resulta que, después de un proceso al que yo no daba ninguna importancia al estar segura de que su petición resultaría denegada dado su perfil psicológico, finalmente parece que LA CONSIDERAN APTA PARA RECIBIR UN HIJO EN ADOPCIÓN.

Cuando me enteré, casi me explota la cabeza. Me parecía imposible que hubiera superado los psicotécnicos que, aunque no tengo ni idea del tema, imagino que serán exhaustivos. Que se trata de criar a un niño, a un menor, que no se puede entregar a cualquiera que no cumpla un mínimo de estabilidad emocional y psicológica, vamos, digo yo.  Me parece inaudito que le hayan dado el visto bueno después de conocerla en profundidad.

 

Mujer con cara de sorprendida.

 

Entonces se me plantearon muchas dudas: ¿seré yo, seremos todos? ¿Será ella, a pesar de INSUFRIBLE, capaz de dar lo mejor de sí en ese otro ámbito de su vida? ¿Puede ser que, a pesar de todo lo contado, tenga las destrezas y características necesarias para darle un buen hogar a ese niño?

¿Estaremos equivocados todos los demás en cuanto a su “toxicidad”? Y, aún de no estarlo, ¿estará mejor ese niño con ella como familia que en un centro esperando a tener algún día alguna?

Luego recordé que, en principio, no suele tener problemas ni mostrar cómo es realmente en las primeras impresiones. Aunque tampoco suele tardar demasiado pero ¿habrá conseguido camuflar su verdadera forma de ser? ¿les habrá conseguido engañar representando el papelón de su vida? ¿o es que realmente, siendo tal cual es, la consideran apta para criar a un niño?

 

Todas estas preguntas se me pasan una y otra vez por la cabeza sin llegar a ninguna respuesta…

Así que ahora, todavía me siento más enganchada en esa telaraña que me une a ella: quiero estar presente, cerca de ese niño cuando llegue, para -como buena tía postiza- asegurarme de que todo va bien y estar ahí si la criatura algún día me necesita…

 

Anónimo

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