Gente del mundo ¿qué os dan? ¿quién os ha engañado diciendo que la felicidad está ahí fuera y que tenéis que aprovechar los domingos para encontrarla? Estáis equivocados ¿Qué es eso de “Hoy me he levantado dando un salto mortal”? “Hoy no me puedo levantar”. Mucho mejor. Al ritmo que vivimos hoy en día, no hay sitio para parar. Nunca. Pues yo digo basta. Esta velocidad nos lleva a la terrible conducta de la exclusión del vago. Y no me parece justa. Como vaga que soy vengo hoy aquí a reivindicar los derechos de los vagos a procrastinar, a dejarse llevar por la pereza. Vengo a destacar las bondades de ser irremediablemente vaga y las ventajas de tener una vaga en tu vida.
Esto es un manifiesto a favor de la vagancia.
La vagancia no es solamente una actitud, es un espíritu, es una forma de vivir la vida. Lejos de ser falta de ganas por hace algo, es la máxima apreciación del paso del tiempo como realidad hermosa en sí misma.
Ser una vaga irremediable no implica pasar de todo, implica saber hacer las cosas con su debido esfuerzo y tiempo. Es ser eficiente en la forma de afrontar la vida y al mismo tiempo saber disfrutar del peso de la comodidad.
La gente vaga es valiente, porque no teme decir que no a pesar de la decepción de otras personas. Las vagas somos capaces de vivir a contracorriente en un mundo que se vanagloria de ser “culos inquietos”, de salir cada minuto a comerse el mundo en un rincón diferente del planeta. Somos heroínas del diferente. Del que no se atreve a vivir como es. La gente vaga lo somos hasta tal punto que ni si quiera nos esforzamos en inventarnos excusas o mentir, no hacemos lo que no queremos hacer y no damos explicaciones al respecto.
Levantaos conmigo o permaneced tumbaos, mejor, vagos del mundo.
Digamos basta a que se nos confunda con gente sin ánimo o propósito. Tenemos las cosas tan claras que necesitamos poco que hacer, nos importa poco lo que no nos importa y mucho lo que sí: nuestra comodidad. Somos gente tan determinada que haremos las cosas cuando deban hacerse que es cuando no queda más remedio; todo lo demás supone una inversión de recursos ineficiente. Entre las bondades de ser irremediablemente vaga está la conciencia medio ambiental: no queremos desperdiciar nada que el planeta tierra nos ofrece.
¿Quién es más ecológico? ¿Tú? ¿Saliendo a hacer cosas y consumiendo el agua y el aire que tenemos en la tierra? ¿O yo? ¿Inmóvil durante horas viviendo de mis reservas de grasa y aire de mi habitación? Pues eso, la vagancia también os está salvando la vida.
La gente vaga tiene un nivel muy desarrollado de introspección, vamos que nos conocemos que te cagas. No gastamos tiempo y energía en descubrir nuevos placeres porque ya sabemos que languidecer es nuestra panacea ¿A caso no es eso conocerse mazo? ¿Saber qué te hace tan feliz que puedas dedicarte solo a hacer eso?
Rodéate de amigos vagos que te enseñaran a no sentirte culpable por dejarte llevar por el sueño o el placer de estar tumbado sin ninguna distracción adicional. Los amigos vagos te enseñarán a descubrir que todo lo que necesitas para ser feliz está en ti misma. La vagancia te abrirá las puertas a un mundo nuevo en el que la humildad de saber vivir con poco, la gratitud de vivir con todo lo que necesitas al alcance de la mano y la serenidad de estar haciendo lo que quieres hacer SIN fastidiar a nadie hará que tu vida mejore y sea más completa.
Otra de las bondades de ser irremediablemente vaga es que aprecias las pequeñas cosas. Busca amigos vagos que te enseñen a valorar los detalles: el frescor de una habitación, la comodidad de una almohada, los chistes imperceptibles en series de hace veinte años que reponen por quinta vez. Cosas que con el ruido del mundo y la velocidad del cambio se nos escapan como gotas de agua entre los dedos empobreciendo nuestra pereza.
La vagancia no está al alcance de todos. Se requieren muchos años de entrenamiento para ignorar tus impulsos sociales, para entender la entropía de tu habitación, para manejar las expectativas que la sociedad tiene sobre ti y pasar de ellas. Ser vaga es algo con lo que se nace, pero ser un vago es algo que puede enseñarse. Nunca vivirás del todo tranquilo en tu vagancia, pero te ayudará a disfrutar de tiempo a solas, en armonía con tu descanso y tu naturaleza perezosa.
Acoge tu comodidad, asume tu pereza y vive tu vagancia. No salgas a la calle y grita “pues aquí me quedo tol día” y quédate, tan a gusto.