En verano, las parejas se pelean por una fecha. Son capaces de pagar bastante más por reservar ese sábado de julio del que se han encaprichado. Además, la alta demanda hace que todo se agote antes: desde plantas hasta sillas, pasando por manteles o cubertería. Hay muchísimas bodas en los mismos días, ya que normalmente la acción se concentra los fines de semana, por lo que a veces resulta una auténtica odisea encontrar lo que te gusta para cuando lo necesitas. Por eso, hoy, como organizadora de bodas, vengo a reivindicar casarse más allá de septiembre y octubre. ¿Qué tal diciembre? Entre árboles de Navidad, flores de Pascua y polvorones.

Temporada baja: fechas libres, disponibilidad y precios más económicos

Casarse en temporada baja son todo ventajas. Tienes el calendario a tu disposición, ya que solo rivalizas con las comidas de empresa y los centros de organización de eventos siempre van a priorizar un bodorrio a un coñazo corporativo. Además, el personal está menos saturado, por lo que puede implicarse más en tu enlace. ¡Oh! Y como llenar el mes cuesta, pero las facturas siguen entrando, se suelen usar jugosas ofertas o significativos descuentos de gancho.

El menú: no solo delicioso, también original 

No sé vosotras, pero yo estoy de las ensaladas de langostinos y los pescados hasta el gorro. Y lo entiendo: en pleno agosto no puedes ofrecer una crema de calabaza con queso o un estofado de ternera con castañas y setas; en cambio, si te casas en otoño o en invierno… ¡tachán! Se abre un abanico de oportunidades de lo más delicioso, con ingredientes poco usuales en bodas. Además de sorprender, dejarás un maravilloso sabor de boca a tus invitados.

La decoración es sublime

Las bodas de verano suelen ser una copia las unas de las otras. Si te crees que por casarte en el jardín con luces de verbena estás siendo “rompedora”, estás muy equivocada. Romper, rompes con el sitting en bolas que adornan un árbol de Navidad de 3 metros y centros de mesa con ramas, piñas y flores de Pascua, regalando panderetas y zambombas, y una mesa dulce de turrones, polvorones y mazapanes. Es brutaaal y super original.

El frío y el dinero como principales aspectos negativos

A ver, en diciembre, hace frío. Todo depende de dónde vivas, está claro, pero normalmente, si coincide con otoño/invierno hace frío. Un frío de cojones. Tendrás que adaptar tus prendas de vestir a las condiciones climáticas y quizá te resulta un poco incómodo.

Por otro lado, la temporada navideña es una época de mucho gasto. Las familias no solo deben ahorrar pasta para regalos, sino también para las comilonas en familia; incluso, hay personas que deben viajar para reencontrarse con sus seres queridos. De esta manera, hay un alto porcentaje de probabilidades de que lleguen a tu boda más pobres que las ratas y no esperes un gran regalo por su parte. Si es que esperas regalos…

Una boda el 24 de diciembre (no, por favor)

He llegado a casar a parejas de novios el 24 de diciembre y voto porque tampoco hay que ser tan “innovador”. Nuestros clientes estaban encantados porque pudieron reunir en una noche tan mágica como la Nochebuena a toda su familia y amigos, pero es más un fastidio para los invitados que otra cosa; sin contar con el personal, que también tiene derecho a pasar las fiestas en familia. Es comprensible que -lamentablemente- trabajadores/as del ámbito sanitario, bomberos/as o personal de las fuerzas de seguridad tenga que “sacrificar” ese tiempo a favor de su labor social, pero tu boda puede esperar. No es de vital importancia casarse el 24 de diciembre y muchos invitados se te pueden caer, ya que priorizarán a sus seres queridos más cercanos que a ti. Puedes elegir cualquier otro día de diciembre, incluso de enero, y disfrutar al máximo del día de tu boda.

Al hilo de días importantes, nunca he tenido una boda el 25 de diciembre ni tampoco el 31, en Nochevieja. ¿Qué piensas de celebrar tus nupcias esos días? ¡A mí no me llames!

¿Y tú? ¿Te planteas casarte en temporada navideña?