Llevaba años intuyendo dentro de mí que cuando llegaran los 30 lo iba a notar en todo. Joder, anda que me equivocaba. Yo no sé si a todo el mundo este momento le afecta igual pero yo me sentí una persona totalmente diferente. 

Algo en lo que realmente noté mucha diferencia fue a la hora de hacer amigos. Yo, que fui la reina de la putivuelta en todos los garitos y las fiestas de pueblo, que de adolescente salía de casa sin haber quedado con nadie y acababa haciendo pandilla. Esa era yo. Qué nostalgia. 

¿Cómo conseguí hacer amigos después de los 30?

Desde que cumplí los 30 (hace cuatro años, tampoco hace tanto), no solo siento que me volví más selectiva sino que ya no encontraba esos espacios dónde conocer gente. En las discotecas lo que quedamos somos treintañeros a los que el alcohol nos sienta bastante mal, ya no salimos a los parques ni a las verbenas, ni hay vida social muy activa según las obligaciones que tengas. En mi caso poca cosa: un piso, un gato y un perro y un trabajo bastante absorbente. 

Además, la realidad es que en esta época nos conocemos bastante más y siento que nos da más pereza perder el tiempo con gente que no rula con nosotros, ¿no?

Si tú también estás un poco en esta movie, quiero contarte cómo conseguí hacer amigos molones a mis 30. 

Estando en plena crisis de sentirme prácticamente una viejuna (soy una exagerada, no me escondo) decidí apuntarme a algo para tener un hobbie. Lo hice realmente porque sentía que iba del curro a casa y de casa al curro y era una sensación que no me molaba nada. Maldita vida adulta. 

Estuve buscando varias opciones que se adecuaran a mi terrible destreza para las manualidades y el deporte y entre todo lo que tuve que descartar, mi amiga Laura me sugirió que podía ir a clases de Salsa. Pues sí, a mis 30 iba a dignarme a aprender a mover el esqueleto, ¿por qué no? Mi plan era ir por distraerme y tener un plan distinto a estar viendo series en casa pero la verdad que se superaron todas mis expectativas. 

Me sorprendió el buen rollo que había entre la gente. Éramos un 20, todos más o menos de la misma edad, con la vergüenza y el nivel de baile al mismo nivel inexistente pero con ganazas de pasarlo bien. Hacíamos clase los martes a las 20h y los jueves nos reuníamos en la misma escuela dónde dábamos clase porque ese día por la noche se convertía en una salsoteca. Ahí podíamos poner en práctica lo aprendido esa semana en clase y bailar entre compañeros, que siempre daba menos corte que hacerlo con la gente que tenía nivel.

Encima, cada dos por tres la escuela organizaba fines de semana en hoteles de playa dónde impartían clases todo el día, había piscina, barra libre, fiesta por la noche…Por lo que muchas veces lo que empezaba como amistad acababa siendo una alegría para el cuerpo con Marc Anthony de fondo. Y luego a seguir tan amigos.

Enseguida que empecé a ir a las clases tuve buen rollo con los compañeros. Había chicos y chicas e hicimos un grupito muy chulo, nos hablábamos por WhatsApp, quedábamos algún finde para ir a bailar a otras discotecas, otros días para tomar café…No sé, en fin, una amistad más madura pero con tus mismas aficiones y buscando buen rollo, que es lo cuenta.

Con esto no quiero deciros que os tengáis que apuntar a Salsa pero sí que os atreváis a hacer cosas nuevas. Tengo amigas para quienes esta afición ha sido el buceo, otras la costura, otras montar a caballo…Ya lo ves, ¡lo que sea! 

Creo que cumplir los 30 no tiene por qué ser “tenerlo todo hecho”. Yo era de estas, me sentía como con un lastre enorme encima y nada más lejos de la realidad. Tía, a los 30 tenemos mucho más claro lo que queremos, lo que nos gusta, lo que no…Es el momento perfecto para hacer lo que nos salga del chumino nivel Dios. Así que ya sabes, mi consejo si quieres hacer amigos y pasártelo de lo lindo es empezar a hacer cosas nuevas sin miedo. 

 

Anónimo

 

Envía tus vivencias a [email protected]