El ser humano, por naturaleza, necesita sentirse parte de un grupo de iguales que le aprecian y le validan. No, realmente no estamos hechos para vivir como el protagonista de Náufrago ni en la más absoluta soledad. 

El hecho de que nos importe lo que los demás piensan de nosotros, viene muy determinado por nuestro nivel de autoestima: a mayor autoestima, esa opinión me importará lo justo y necesario, a menor autoestima esa opinión me parecerá determinante. 

Por eso, lo más importante que puedo decirte para que deje de afectarte tanto lo que los demás opinen, es que trabajes tu autoestima.

Si tú estás segura de quien eres, lo que quieres, de tus virtudes y tus defectos, nada de lo que digan lo demás te parecerá tan importante porque confiarás por encima de todas las cosas en que tú eres la única que sabe 100% cómo eres. El resto de cosas que puedo decirte deben partir siempre del punto anterior: tu autoestima. Quiérete, conócete, trabaja esas partes de ti misma que sientes que podrían mejorar y entonces el resto de cosas vendrán prácticamente solas.

Lo que los demás dicen o piensan nace de ellos, no de ti. Sácate mochilas que no son tuyas. No es tu responsabilidad los temas que los demás necesiten trabajar ni vas a poder controlar lo que la gente piense, siente u opine, la cuestión está en cómo lo recibas tú. Cuando una persona hace un comentario negativo sobre algo, esa emoción y ese pensamiento nace de ellos. Disociarse de esto te permite ver las cosas con objetividad: realmente nada puede hacerte daño si tú no lo asumes como tal. Piensa si lo que te afecta es realmente la crítica o el pensamiento de que vas a ser rechazada porque opinan eso sobre ti, por ejemplo. Hay un montón de creencias que se esconden detrás de cada uno de nuestros miedos. 

Cuando alguien te diga algo negativo, activa tu vocecita interna para que diga todo lo contrario. Cambia el discurso. Ejemplo: alguien hace un comentario despectivo sobre tu físico y tú te repites por dentro “lo que está diciendo es su opinión, no la verdad absoluta, para mí no tiene razón y no tengo por qué creérmelo” y si alguien realmente te hace una crítica constructiva que puede servirte pues oye, ¡bienvenida sea! Pero no permitas que tu mente acepte esos ataques disfrazados de opiniones.

Rodéate de gente bien y aléjate de gente tóxica que vive por y para criticar a otros o imponer su verdad por encima de la de los demás. Este es un paso que te prometo que vendrá solo. Cuando tú te valores, no querrás a nadie cerca de ti que no tenga algo bueno que aportar. Te dejarás de chismorreos innecesarios, de opiniones que nadie pide…Y será el momento de alejarte de las personas que te hacen sentir mal.

Decide a qué le haces caso y a qué no: Como te decía antes, elige qué son para ti críticas constructivas y qué no. Si alguien viene para darte opiniones que no le has pedido o hacerte comentarios que no te sientan bien, claramente esa persona tiene mucho que atender en sí misma y tú puedes elegir no creerte su discurso. Si por el contrario, alguien viene con una crítica que te viene genial para mejorar algo, aprende a recibirlo con asertividad y sigue creciendo. 

Espero que estos puntos te sirvan para entender que la persona que mejor te conoce del mundo eres tú misma, aunque a la vez muchas veces puedas ser tu peor enemiga (todas lo somos). Nadie tiene el poder de hacerte sentir mal si tú tienes clara tu valía antes de nada. 

 

Mara Jiménez