Qué bonito es el amor, sobre todo en primavera.

Y en verano, en la playita.

En otoño, paseando entre las hojas.

Ay, en invierno, dándonos calorcito.

El amor es bonito en cualquier estación, en cualquier lugar y a cualquier edad. Nos pone tontorrones, lo vemos todo de lindos colores y nos hace sentir cosas que ningún otro sentimiento puede igualar.

Pero no es menos cierto que nuestro comportamiento no es el mismo cuando nos enamoramos a los trece, que a los veinticinco o si lo hacemos a los cincuenta, ¿no os parece?

Lo mejor es que nos lo confirme alguien que lo haya vivido y, como el amor adolescente y el juvenil ya están muy manidos, en este post vamos a recopilar las experiencias de cinco lectoras que nos cuentan cómo es enamorarse a partir de los cuarenta:

 

  • SUTIL. En mi juventud el amor llegaba de repente, un día no estaba enamorada y al siguiente lo estaba hasta las trancas. Así, de golpe y tan abrumador que no dejaba hueco para nada más. En cambio, a partir de determinada edad, como que no te das cuenta de que te estás enamorando. Te llega de forma sutil y progresiva, lo vas asimilando poco a poco, de otra manera menos explosiva y radical.
Foto de Gary Barnes en Pexels
  • INSEGURO. Después de muchos años de sequía amorosa me enamoré perdidamente de un hombre que me presentaron unos amigos cuando se mudó a vivir a nuestra ciudad. Congeniamos y empezamos a pasar mucho tiempo juntos. Algo me decía que sería correspondida, pero él no se lanzaba y yo no sabía cómo coño hacerlo. Me aterraba, me daba mucho miedo cagarla y no tenía ni pajolera idea de cómo mostrarle mis sentimientos. A los veinte te tiras en plancha y sin pensar en las consecuencias. Sin embargo, con cuarenta y tantos lo más probable es que conserves algunos miedos y que, al mismo tiempo, te pienses muy mucho de lo de tirarte a la piscina si no ves qué profundidad tiene. En mi caso, menos mal que al final se decidió él, porque de lo contrario aún estaríamos esperando.

 

  • LO MISMO. Yo me he enamorado muchísimas veces a lo largo de mi vida y lo he experimentado con la misma intensidad a los catorce, a los veinte, a los treinta, a los cuarenta y a los cincuenta que cumplí el año pasado. Conforme cumples años y la vida y los amores van pasando por ti, son las experiencias acumuladas las que te van cambiando, pero, en cuanto al amor en sí, no me parece que en lo esencial cambie nada. Ahora mismo estoy empezando una historia con alguien y me siento tan pletórica y llena de mariposas como cuando conocí a mi primer amor en el colegio. Claro que no llevo el maletín del portátil forrado con sus fotos ni me dedico a escribir su nombre en cada página de mi agenda. Pero por lo demás, casi lo mismo.
Foto de Kampus Productions en Pexels
  • MEJOR. Para mí es mucho mejor ahora que cuando era más jovencita. Antes yo era todo complejos e inseguridades. En cambio, ahora me quiero, me respeto y soy mucho más atrevida. Y eso se nota en cómo actúo cuando me enamoro. He tenido más relaciones de los cuarenta a los cuarenta y cinco que de los quince a los cuarenta. No porque no me hubiera enamorado, sino porque en muchas ocasiones reprimí mis sentimientos hasta dejarlos morir de inanición por miedo al rechazo. Pero con la madurez decidí que eso no me iba a volver a pasar. Al menos en lo sentimental, los años me han hecho mucho más atrevida y arriesgada. Y si me rechazan, ellos se lo pierden y yo a otra cosa.

 

  • MÁS RÁPIDO. Yo creo que lo que pasa a partir de que acumulas unas cuantas décadas es que vas más rápido. No es que te enamores antes, no. Me refiero a que, una vez que lo haces, quemas etapas a mayor velocidad. Ya no tanto porque sientas que no hay tiempo que perder y porque sepas qué es lo que quieres y lo quieras ya. Que un poco igual puede ser. Sino también porque la experiencia, la madurez y la claridad mental que vas adquiriendo te ayudan a saltarte los pasos intermedios y a tomar decisiones que en la juventud tienen una trascendencia que más tarde ya no.

 

Parece que, como en cualquier otra fase vital, no existe una única forma de sentir el amor más allá de los cuarenta.

¿Para ti enamorarte después de los cuarenta ha sido diferente de cómo lo fue antes?

 

Imagen destacada de Gustavo Fring en Pexels