A, nos ha escrito hoy con una duda que muchas mujeres se plantean cuando deciden que quieren ser mamás: ¿cómo ser buena madre?

 

Me gustaría contarte algo que se pasea mucho por mi mente últimamente y ver si me pudieras aportar algo de luz.

Digamos que soy una chica más cerca de los 30 que de los 20. Mi infancia digamos que no fue lo que se conoce como “normal”, mis padres se separaron, lo cual origino que mi madre se cambiara de ciudad con nosotras, mi hermana y yo. Nos fuimos a vivir a casa de mis abuelos maternos junto con una tía. Ahí mi madre empezó a tener serios problemas con la bebida.

Te cuento algunas de las situaciones para que te imagines como era la cosa. Se llegó a olvidar de nosotras en el cole, después del cole íbamos al bar, recuerdo perfectamente hacer deberes allí. Andábamos por el bar y cuando nos aburríamos de estar allí, nos íbamos por los alrededores solas y llegábamos a casa de mis abuelos a altas horas de la madrugada, arrastrando por mi madre que no estaba en condiciones y por mi hermana pequeña. Estamos hablando de unas niñas pequeñas. Mis abuelos y mi tía, cuando le recriminaban el comportamiento, se montaba la marimorena.

Tiempo después mi padre, junto con mi familia paterna, pudo ver lo que estaba pasando y se puso manos a la obra hasta conseguir la patria potestad de dos niñas. Nos trajo al lugar donde habíamos nacido, y hacía malabares para poder trabajar y cuidarnos. Te cuento esto, para que puedas tener unos antecedentes.

A mí me encantan los niños, no sé si es porque desde muy pequeña me hice cargo de mi hermana, y para mí lo siento, pero es más que una hermana, es mi cachorra, y eso que no la he parido, pero solo eso me falto. De hecho he trabajado con niños y es que cada niñ@ es único y especial, con diferentes formas de ser, con sus historias, con sus capacidades, con sus enfermedades. Son seres maravillosos a la vez que frágiles y nadie tiene el derecho de hacerles ni el más mínimo daño ni emocional ni físico.

Pues, ahora bien, nosotros tenemos salud, trabajo, una relación estable y bonita de varios años. Nos dicen que somos agua y fuego, porque cada uno es de una manera diferente pero que nos complementamos tan bien. Y la verdad que no se equivocan, a parte entre nosotros decimos que él tiene el don de la familia, porque para los niños y los animales tiene un imán. Mis ganas de ser mamá con mi marido, de verme con la barriguita, de sentirlo, es tal que hasta he llegado a soñar dándole de amamantar a mi garbanzo, sí, porque no le llegue a ver la carita. Lo hemos tenido que posponer un poco porque yo estoy pendiente de una posible intervención y con todo esto de la pandemia pues se ha parado un poco la cosa.

He decir que los dos tenemos unas ganas enormes de ser papis. Pero la pregunta que tengo es ¿seré buena madre? ¿lo sabré hacer? ¿Me querrá? ¿Es normal tener miedo, cuando no has tenido una figura materna en tu vida?  Los recuerdos que tengo con ella son peleas, gritos, enfados, y algún golpe por decirle las cosas como eran. Pero todo eso lo he logrado perdonar porque sé que está enferma. El alcoholismo es una enfermedad y ella está enferma. Mi relación actual con ella es buena, nos llamamos, ella ha venido a casa y yo voy cuando puedo. La miro y la verdad solo me sale cariño, porque me da pena, lo que se ha perdido de sus hijas. Yo no he tenido esa mamá que prepara baños calientes, esa mama confesora después del cole, esa mamá supermega organizadora de cumpleaños temáticos, esa mamá luchadora día a día para que no falten unos buenos días, ni un rico desayuno. Yo he tenido un papi luchador, orgulloso, magnífico, único, maravilloso, indescriptible y al que le puedo agradecer mi vida y la de mi hermana, pero no una madre. 

Muchísimas gracias.


Amiga A. una cosa te voy a decir; me has enternecido profundamente. De verdad. La forma que tienes de hablar de los niños, la generosidad emocional con tu madre y su enfermedad, la forma de admirar a tu padre,… todo, absolutamente todo en tu texto destila amor.

Si te preguntas si serás buena madre, estás en el camino correcto para serlo.

 

Creo que cualquier persona que se pregunta a sí misma si será buena madre o padre, ya está en el camino de serlo. Porque sí, reflexionar sobre qué podemos dar a los demás, si nuestra forma de amar hará sentirse amado a otro ser y cómo seremos capaces de criar personas funcionales y felices es fundamental antes de convertirse en padres, que es el único trabajo del que no te puedes deshacer el resto de tu vida.

En tu caso, las dudas por la falta de una figura materna son normales. Cuando nos criamos en una familia disfuncional o en un entorno en donde uno de nuestros progenitores tiene problemas como las adicciones, la violencia u otros, existen dos posibles desarrollos de la conducta; o tomarlos como ejemplos de cómo relacionarnos, o tomarlos como ejemplos de lo que no. Aunque tuviste una madre enferma y ausente, has tenido un padre maravilloso, luchador y presente. Desde luego, tu tendencia -por tus palabras- es muy posible que se encaje más en “mamá me ha enseñado lo que no, papá me ha enseñado lo que sí y yo sé elegir lo que sí”.

Romantizar la crianza es lo que nos puede llevar a fracasar; el mundo real, el día a día, puede ser un monstruo que nos impida cumplir nuestras propias expectativas y frustrarnos.

Lo que denoto de tus palabras es que, tal vez, tienes romantizada la maternidad. No todas las mamás hacen unas fiestas temáticas de cumpleaños equiparables al Mad Cool, y no por ello son malas madres. No todas las mamás preparan baños calientes porque quizás van tan apuradas de tiempo que toca ducha rápida y arreando, que es gerundio, y por ello no quieren menos a sus hijos. Y no todas las mamás toman ese papel bucólico que parece que tienes en tu mente, porque la vida a veces no te deja tiempo para respirar. Pero es que, además, ¡los papás también pueden hacerlo! Y deben.  La crianza, jamás lo olvides, es cosa de los dos y ambos pueden tomar el papel amoroso.

Está genial imaginarse la crianza, pero luego viene la vida real, las prisas, los niños rebeldes que te dan ganas de meterlos en la lavadora porque no quieren pisar el baño, los días en los que tú no tienes el toto para fiestas y el enano está berrinche tras berrinche. Y no por ello serás mala madre, serás una madre real, que le podrá enseñar a su hijo que hay días buenos, días no tan buenos y días malos y todos ellos son esenciales para una vida plena.

Esas expectativas románticas sobre la crianza son las que te pueden poner la zancadilla y hacerte sentir que lo estás haciendo fatal, porque la vida real ni es tan de color de rosa ni tan bonita como un filtro de Instagram, y te puedes estar exigiendo constantemente un nivel de desempeño imposible de llevar a cabo y, que, en muchas situaciones, tampoco es bueno para el pequeñajo.  No lo olvides, para ser una buena madre se necesita ser una mujer real, capaz de amar al enano, pero también a ti misma, y transmitírselo de una forma sana.

Cada madre, y cada padre, tienen que encontrar su propio estilo de crianza. Si sabemos lo que no, podemos elegir lo que sí.

Querida A., quítate el miedo a ser mala madre porque tu madre lo fue. Sabiendo lo que no, porque mamá te lo ha enseñado, y sabiendo lo que sí, porque papá te lo ha enseñado, tienes todas las papeletas para poder reflexionar y encontrar tu propio estilo de maternidad. Quizás tú sientas mayor presión que otra mujer por esas dudas ¡pero es que tú ya sabes lo que es ser buena madre! ¿qué le hubiera gustado a esa A. niña vivir con su mamá? A partir de ahí, tendrás que adaptarlo a tu vida, tus horarios, tu tiempo, tus recursos y, lo más importante, a la personalidad de ese enano que, espero, llegue pronto a tu vida.

Ámate y sabrás amar.

Con Amor,

Eva

Si quieres contarme tus cositas y que te aconseje, escríbeme un WeloverTerapia.

También puedes venirte a mi Instagram.

Si necesitas un chutazo de autoestima, puedes echar un vistazo a mi manual gamberro.