Soy de esas personas que sin ningún tipo de talento para ello, le gusta escribir y hasta compartir lo que hago. Desde la última vez que lo hice, han pasado meses, lo he intentado, he escrito, borrado, escrito y borrado, como si fuese yo Beta Coqueta y estuviese escribiendo la historia de una Valeria cualquiera, para cagarla y vender los derechos a Netflix y joder vidas humanas con semejante adaptación. Pero ni lo soy, ni me cae bien Valeria.

El otro día, viendo stories interminables de gente que no conozco de nada en Instagram, volví a leer una vez más una de esas preguntas de “Cómo sabes cuando debes ir a terapia?”. Y como siempre, la susodicha o susodicho de turno respondió escurriendo el bulto con algo así como “cuando creas que puedes”, tócate el coño Mariloli.

“Cuando creas que puedes”, ¿significa eso que ir a terapia es lo mismo que querer hacer la puta receta del bizcocho de yogurt y que me salga como el del Mercadona? Porque yo a veces creo que puedo hacer un bizcocho de la hostia y el resultado es un mazacote sin gracia ninguna, que solo serviría como viga en una obra.

A veces me quedo crazy con la de podcast que hace la peñita lucrándose de ello, venga post y venga fin del estigma social sobre la salud mental, pero ante algo tan sencillo como “¿Cómo sabes cuando debes ir a terapia?”, se contesta como a Alexa cuando le dictas la lista de la compra.

Así que, si sirve de algo o a alguien para saber cuando debe darse cuenta de cuando necesita ir a terapia pues os contare lo que me llevo a mi: echarme de menos a mí misma.

No, no es que no tuviese tiempo para mí, que también. No, no es que dedicase mas tiempo a los demás que a mí, que también. Y no, no es que me preocupase mas por las emociones y como hacia sentir a los demás, que las mías propias, que también. Fue más bien, el darme cuenta de que había dejado de ser yo misma, la persona que deseaba ser, la evolución de mi misma no existía y estaba en un parón.

Imagínate que eres Pikachu, que la madurez y la vida te debería llevar a ser Riachu y no sabemos por que extraña razón, te miras al espejo y eres el puto Charmander. ¿QUÉ HA PASAU? Pues ahí es cuando me di cuenta.

Cada cual tiene sus propios motivos, sus propias inquietudes y sus circunstancias personales, porque lo único que aprendí de los dos años de filosofía del insti es que “yo soy yo y mis circunstancias” y preguntar a alguien que no conoces de nada cuando TU deberías ir a terapia para que te respondan como la de atención al cliente de Movistar, pues de poco te va a servir. En la era de la salud mental, lo único que debe quedarnos claro, es que si la fulanita o el fulanito de internet al que seguimos va a terapia, no significa que tú también tengas que ir, esto no va de copiar el outfit de María Pombo. Así que si de verdad te planteas ir a terapia, quizás el mero hecho de planteártelo sea motivo para reflexionar los motivos que te llevan a ello y empezar con algo que te ayude a mejorar.

Eso sí, recordad, que el o la psicólogx no te va a ayudar a alquilar un apartamento en el Soho neoyorquino, tener el armario lleno de bolsos de Loewe y pasarte el día tomando café en lugar de trabajar como el o la esclavx del proletariado que eres. Que ya os digo yo, que no es ninguna tontería este aviso.

Y mira, creo que después de mucho tiempo sin ganas de escribir una mierda, sin humor ninguno y sin talento para ello, me he vuelto a poner delante del ordenador y hasta me voy a decidir a no borrarlo y a enviarlo. Como diría Vanesa de GH 2: J-O-D-E-T-E ansiedad. 

@bernalda_alba