Todas conocemos las famosas crisis de los 40 o de los 50 pero y qué hay de la que para mí es la mayor crisis de la edad adulta, la temida y silenciada crisis de los 30.

Ps: como todo, esta es mi versión de la historia basada en mis propias experiencias. 

Aún eres muy joven y piensas que vas a comerte el mundo, pero es también el momento en el que te das cuenta de que no todo es de color rosa con purpurina como te lo habían pintado.

“Estás en la mejor época de tu vida” dice tu madre, mientras piensas que si esto es lo mejor, no quieres descubrir qué viene después.

Tienes tu vida adulta recién estrenadita, si te esfuerzas aún tiene ese olor a cosa nueva que tanto nos gusta pero si profundizas un poco más no todo es tan bonito, no has leído bien la letra pequeña.

¿En qué consiste realmente la crisis de los 30?

Empecemos por el farragoso terreno laboral. Con 18 años y toda la inocencia del mundo decides seguir los consejos de todas las personas adultas mínimamente equilibradas que tienes cerca y te pones a estudiar una carrera universitaria “porque solo con estudios tienes un buen puesto de trabajo”, bueno esa era la idea. Estudias tus añitos de carrera con la desilusión de que no es una fiesta constante como pasa en las pelis americanas pero no importa porque cuando acabes vas a tener un trabajazo. Cuidado porque tu inocencia está a punto de romperse.

Te gradúas y  decides irte fuera de España una temporada porque tener idiomas siempre suma y a tu regreso empieza una búsqueda de trabajo incansable hasta que consigues (si tienes una flor en el culo) algún puesto de lo tuyo con las siguientes condiciones: más de 8h de trabajo, te pagamos el abono porque son así de generosos pero no esperes más de ellos. Vas a comerte todas las broncas por ser la nueva y encima vas a tener que poner buena cara porque ¡ojo! Te están dando la oportunidad de tu vida. Y si piensas que vas a tener tiempo libre después del trabajo sigue soñando porque tu jefa puede dar por culo en cualquier momento.

El periplo laboral no acaba aquí porque tendrás miles de trabajos precarios, con condiciones de semi esclavitud, cumplirás los 30 sin conocer esa especie del que algunos hablan pero que yo dudo de su existencia, el “contrato indefinido”. Cuenta la leyenda que algunas personas lo tienen y eso les da poderes sobrehumanos como vivir sin preocupaciones.

Ahora vamos con la parte más divertida, tu lado sentimental.

A estas alturas de la vida o llevas 10 años con tu pareja y la rutina ya forma parte de  vuestro ADN o estás “felizmente” soltera y en busca de alguna persona adulta emocionalmente estable, que debe de vivir en el mismo sitio mágico que el contrato indefinido. Que no te engañen, a los 30 solo hay dos tipos de persona, las que buscan casarse y tener hijos con la misma rapidez con la que tú te bebes las copas después de un día duro o aquellas que solo buscan ampliar páginas en su follagenda.

 

Pero tranquilas queridas que no todo es malo. Por suerte has tenido tiempo de ir tejiendo una red de amigas que están viviendo en la misma crisis que tú, que van a entender todos tus dramas porque ellas también viven en uno. Ellas serán tu salvavidas cuando parece que todo se hunde, podréis despellejar a ese ligue de anoche o a vuestra compañera de clase que va a casarse con ese tipo tan soso pero que le da la estabilidad emocional que a ti te gustaría.

Si algo tiene de bueno esta crisis es poder mirar a tu alrededor y darte cuenta que tus amigas son igual de patéticas que tú y eso quieras o no te hace sentir un poco mejor.

Lara Cuéllar