En “Sexo y discapacidad/diversidad funcional: Mitos y leyendas” , nombro varias creencias falsas (pero que muy falsas) que nos tenemos que comer con patatas las personas con discapacidad/ diversidad funcional cuando se habla de nuestra vida sexual. Una de esas falsas creencias es que no tenemos fantasías sexuales. Ahora que ya se me ha pasado el ataque de risa, puedo entrar en materia.

Yo, mujer en silla de ruedas, fantaseo como tú. O incluso más que tú. Mañana, tarde y noche. Maromo que conozco, maromo que quiero que me dé hasta decir basta. Y cuando parece que mi mente ya ha llegado a su límite… ¡Sorpresa! Mi imaginación me lleva un paso más allá.

Las fantasías tienen sus puntos a favor y sus puntos en contra. A favor, evidentemente, es que nos dan mucha vidilla. Si puedes llevar ese polvete a otro nivel o irte a la cama más mojada de lo habitual, eso que te llevas, chica. En contra, dos cuestiones. La primera, que la fantasía, en muchas ocasiones, se queda en simple fantasías. Esa escenita de sexo salvaje queda por siempre encerrada en tu mente, sin que tu cuerpo serrano lo pueda saborear. Y eso ocurre por falta de oportunidades o por miedo. He aquí la segunda cuestión en contra. Hay fantasías que, por muy tentadoras que resulten, sabemos que conllevan riesgos y nos colocan en situaciones que podríamos no controlar.

Dicho esto, voy a responder al título de este post: ¿Con qué fantasea una mujer sobre ruedas? Pues mira, querida lectora. Voy a contarte lo que se esconde en el rincón de mi mente calenturienta. Que me podría dar una vergüenza de morirme, pero como escribir sobre sexo me empodera que no veas, voy a “desnudarme” ante ti y te lo voy a contar.

  • Fantaseo con tener sexo en lugares públicos: Bueno, confieso que fantaseo y lo hago. De hecho, rara vez he tenido sexo en lugares íntimos. Hay que admitirlo: estar dándolo todo y tener que controlar que no te pillen, da mucho morbazo. O mira, chica, que te pillen y punto. Que lo escuchen todo y dar un puntito de envidia. He tenido sexo en lugares públicos, me he masturbado en lugares públicos. ¿Y sabes qué? Que me flipa…
  • Fantaseo con tener sexo en grupo: Pues sí. Como mínimo, un trío. De ahí, en adelante. Aquí es donde nos metemos en terreno pantanoso, pues tiene sus peligros. Por desgracia, vivimos en una sociedad en la que algunos todavía no entienden que “no” significa “no”. Si ya es difícil manejar algunas situaciones cuando sois dos, imagina añadir personajes a tu obra. Si el concepto de consentimiento no se quiere entender, la fantasía se convierte en pesadilla. También creo que esta fantasía viene muy influenciada por el mundo del porno, donde se hace a menudo y te hacen creer que se disfruta. Pero no deja de ser cine, es decir, ficción. Ahora te pones tú al lío y las pasas canutas. De nuevo, si el consentimiento fuese algo grabado a fuego en nuestra mente, si lo pasas mal sería tan fácil como parar, pero ya se sabe…
  • Fantaseo con tener sexo duro/ BDSM: En otro artículo (“BDSM: Mi experiencia”) hablo un poco sobre lo que he vivido hasta ahora. Y si lo has leído o cuando lo leas, entenderás que me haya quedado con ganas de más. Vamos, que acabo de empezar. Aquí servidora, en silla de ruedas, con su imagen de fragilidad y casi rozando la santidad, le gusta que le aten. Y unas palmaditas tampoco vienen mal. Incluso si me dicen cosas sucias, encantada. Ojo, cuidado, fundamental: debe haber consenso SIEMPRE. Nada se hace sin permiso y en todo momento debe existir una palabra de seguridad que debe ser ley. Si te digo que basta, es basta y no cabe discusión.

Sobre el riesgo de ETS creo que no hace falta hablar mucho. Obviamente, hagas lo que hagas y donde lo hagas, debes protegerte. Una servidora usa protección para todo. Pero todo, todo. Incluso para el sexo oral. Y eso que luego me toman por loca. Tendrías que oír todas las excusas que me he tenido que escuchar para evitar la protección durante el sexo oral, hija… Pero si te parece, querida lectora, esto lo dejamos para otro post.

 

@mia__sekhmet