Conocí a mi chico mientras nos ponían el cuerno a ambos:

 

Hace un par de semanas vi un relato en esta página que trataba sobre maneras extrañas de encontrar el amor: una chica contaba como había conocido a su chico gracias a un hacker y la historia me pareció de lo más interesante, pero pensé “Ja, yo tengo una mejor”. 

Y es que yo conocí a mi marido nada más y nada menos que mientras nos ponían el cuerno a ambos, y la historia es de fábula. 

Yo volvía de un viaje de trabajo y como llegaba mucho antes de lo esperado, decidí sorprender al chico con el que salía en ese momento y aparecerme en su apartamento sin previo aviso. En cuanto se abrió la puerta del ascensor en el piso 8, a donde iba, veo un tipo alto y de cabello alborotado caminando de un lado para otro en el pasillo. No le presté mucha atención y seguí a la puerta del apartamento de mi entonces novio, pero en el momento en el que el chico me vio acercarme a la puerta, caminó hacia mí y ahí si me alarmé pues estaba claramente molesto. 

¿Vas a entrar ahí? me preguntó sin rodeos y yo asentí de inmediato, mientras trataba de descifrar si tendría que correr o gritar.

—¿Conoces al tipo que vive en ese apartamento? insistió.

Es mi novio – le aclaré nerviosa. 

Entonces me miró de forma extraña, como entre molesto, pero a la vez con lástima, y acto siguiente me lanzó la bomba. 

Pues tu novio, está ahí dentro teniendo sexo con mi novia. 

Recuerdo que mi primera reacción fue resoplar, eso no tenía ningún sentido para mí, y comencé a escupirle lo equivocado que estaba, hasta que él alzó un dedo de forma teatral para hacerme callar, y que escuchara los sonidos que salían del apartamento.  Sonidos que reconocí al momento ya que los conocía muy bien. Y si, era mi novio teniendo sexo con otra chica, su novia. 

Me contó que los había visto salir juntos de la oficina cuando había ido por ella, y por la actitud de ambos había decidido seguirlos, para finalmente ver como entraban en el apartamento. 

Recuerdo que me sentí muy mal, traicionada y ofendida, pero la cara de pesar del pobre hombre me hizo querer animarlo, así que le dediqué un par de frases de aliento, que en realidad eran dirigidas a ambos. 

Terminamos bromeando al respecto, planeando venganzas, y finalmente en un bar cercano ahogando nuestras penas en cervezas, aunque para el final de la noche ya los dos estábamos bastante más animados. Esa noche tomó mi número, me escribió la mañana siguiente para agradecerme, y después de ese día fuimos inseparables. 

Quien diría que esos cuernos eran lo mejor que podía pasarme en la vida.

Anónimo

 

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