No lo digo yo, que no vivo debajo de tu cama, lo dicen los expertos.
Comencé a leer un artículo que encontré casualmente sobre esto siendo muy escéptica, pero con la información en la mano, no tengo más remedio que claudicar ante quienes han perdido su tiempo en cronometrar las horas que dedica la población a darle al muelle.
Lo evidente, echarle la culpa a la Covid-19. Pensar que solo aquellos que viven en soltería son quienes se han quedado sin hacer potrancadas. A fin de cuentas, no pueden salir a lucir palmito o tienen miedo de quedar con un desconocido a través de una app para intercambiar fluidos infecciosos. Ante todo sentidiño.
Pues ERROR. Las telarañas las tenías antes de marzo de 2020 y la gente que vive en pareja también ha bajado drásticamente el ritmo.
Según este estudio, desde los años 90 se ha visto disminuida hasta 9 veces la media de relaciones sexuales, afectando principalmente a parejas estables. Pero ojo, porque en los años 30 se tenía aún más sexo que en los 90.
Para dar explicación a todo esto, mentalmente he dividido la historia en tres etapas:
-Antigüedad, la época en la que nuestros abuelos estaban on fire.
-Pre-Pandemia.
-Puta mascarilla.
Por cuestiones culturales o religiosas, l@s abuel@s que desarrollaron su vida sexual en la primera época cargan con un enorme tabú. Siempre me ha hecho gracia que las señoras tengan vergüenza de verbalizar la palabra sexo, pronunciándola “seso” (fíjate, porque no falla).
Pues detrás de esa vergüenza a reconocer lo evidente, se esconde una generación que no dejaba de practicar seso ni un solo día.
Según la sexóloga Francisca Moreno «Tenían un concepto diferente de sexualidad, la actividad sexual estaba mucho más incorporada a la rutina, y había un momento reservado para ello, que era la noche.»
Personalmente achaco la falta de otros estímulos y entretenimiento, tanto fuera como dentro de casa, a esa predisposición a no dejar de hacer los deberes. Entonces es cuando llegas a la segunda era. La Pre-Pandemia.
La serpiente del Nokia3310, smartphones, WhatsApp, Tuenti, Facebook, Instagram, TikTok, Netflix… y así podría estar enumerando hasta mañana todas y cada una de las distracciones que nos han robado, sin darnos cuenta, tiempo de interactuación en directo con otras personas.
¡Pero no es lo único!
Impactante es lo que afirma Moreno acerca del consumo de pornografía en esta entrevista
«Cualquier modelo tiene su influencia en la persona y el pornográfico la ha tenido y la tiene. Está relacionado con las falsas expectativas, con una práctica sexual que muchas veces no se quiere que corresponda a la pareja y frecuentemente también está relacionado con el bajo deseo.»
No sé si has tenido el gusto de ver algún fragmento de pornografía de los años 20/30. Ya eran bastante picarones, pero la máxima expectativa era tener unos pololos sesis. En la Pre-Pandemia todo evolucionó y el acceso instantáneo y gratuito que tenemos al porno, sin duda, ha hecho mella.
Y ya está aquí, ya llegó. La época de la puta mascarilla, la del gel hidroalcohólico, la de soñar con que algún día vuelves a perrear, pero ese día no llega jamás.
Los motivos obvios para la gente soltera están al principio del post, pero ¿qué pasa con las parejas? Yo realmente esperaba un Baby Boom que no ha llegado, mi entorno sigue bastante igual. De memoria me sale un bebé más en mi vida. Entonces, ¿qué ha pasado?
Ansiedad, depresión, incertidumbre, desempleo… ¿sigo?
Pues si nos estamos dejando llevar por esos sentimientos, ERROR otra vez. Una de las recetas para acabar con la ansiedad, ¿sabes cuál es? Exacto, el seso, pero entramos en bucle y dejamos de ponerlo en marcha. Por si te sirve de motivación para que nadie diga nunca más que haces el ñaca ñaca menos que tus abuelos, aquí tienes razones para ponerte a practicar.
@Loryzepam_