Lo sé. Es difícil no sentirte sola cuando tus dedos van pasando imágenes que capturan momentos apasionantes de las vidas de los demás mientras tú descansas tranquila bajo tu manta un viernes por la noche. Es difícil tener ganas de desahogarte, de expresar cómo te sientes y sentir que nadie de tu alrededor tendría tiempo de escucharlo. A veces, es difícil llenar una soledad que parece obligada y te quita la respiración, sobre todo cuando sabes que tienes tanto amor para dar.

Pero déjame decirte que tu soledad no te hace ser menos que nadie ni significa que va a durar siempre. Tu soledad significa que has salido de esa relación tóxica, que no te vas a conformar, que has aprendido lo que no quieres en tu vida. Tu soledad significa que te alejaste de esos amigos que chocaban con tus valores y no te dejaban avanzar. Tu soledad significa que estás buscando a la persona correcta en cualquier ámbito de tu vida donde la sientas, ya sea amistad o amor.

La soledad no es otra cosa que un sistema de alarma de nuestro cuerpo que nos avisa que no tenemos vínculos profundos con otras personas. Lo que pocas veces nos cuentan es que, de no sentirnos así, haríamos poco para cambiar nuestras vidas. Este sentimiento, como cualquier otro, es una oportunidad para reflexionar, para crecer, para revisar nuestra vida y lo que necesitamos. 

¿Y qué pasa si al revisarla nos damos cuenta de que estamos realmente solos? Nada. Tan solo significa que nos encontramos en otra etapa de nuestra vida y que nos va a servir para reflexionar y entender qué es lo que queremos a partir de ahora, para esforzarnos en ello e ir construyendo nuestro futuro. Porque sí, la soledad también se puede celebrar. Se puede aceptar, acoger y aprovechar para trabajar en nosotros mismos. Deberíamos encontrar formas de descubrir quiénes somos, de hablar con nuestro yo interior, de amarnos, de crear y descubrir. ¿Sabías que la creatividad y la innovación se desbocan más cuando estamos solos?

La soledad también te va a ayudar a aceptar que también habrá días malos, que habrá noches donde llores sin entender cómo has llegado hasta ese punto. Noches en las que te sentirás desesperada y tendrás pensamientos sobre que no eres lo suficientemente buena. Pero ¿sabes qué? Esto también te ayudará a aprender a cómo ignorarlos, a levantarte al día siguiente, mirarte al espejo y comprender que mereces que te quieran, que te respeten, que te aprecien. Y que eres mucho más que suficiente. 

Cuando te sientas sola, recuerda que estás viviendo tu vida y mejorándola. Que la soledad es tu fortaleza y que te estás transformando en la mejor versión de ti misma. Así que perdónate, escúchate, ámate. Recuerda que la única forma de llenar tu soledad es vaciándote de todo aquello que te haga olvidar lo que vales. Y que la persona que más te va a querer y cuidar de este mundo eres tú.