¿Quién no tiene algún trauma de cuando era niño? Por muy buenos padres que hayas tenido, todos hemos pasado alguna vez por una experiencia que nos ha dejado secuelas. Algún cachete que te dio tu padre, un comentario feo de tu madre, ese regalo, viaje, o cosa material que tanto ansiabas y jamás te compraron… ¡Todos guardamos en nuestro interior un poco rencor hacia nuestros padres! Es algo inevitable.

Pues bien, a tu hijo le va a pasar lo mismo. Por mucha crianza respetuosa, por mucho amor que le des, por mucho cuidado que tengas con lo que haces o dices, el día de mañana, no te engañes, tu hijo tendrá muchas cosas malas que contar de ti a su terapeuta.

Las mamis que dais el pecho hasta los dos años (y hasta los cinco y los seis, conozco yo más de una…)  ¿Acaso no creéis que cuando vuestro vástago sea adulto no va a pensar que eso es muy raro? ¿Qué un niño que come filetes no tendría que estar ya enganchado a la teta de la madre?

 

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O los padres que practicáis el colecho hasta que el niño va a secundaria… Alguno de esos niños le contará a su psicólogo que tuvo su primer sueño erótico y sus primera eyaculación espontánea mientras dormía con papi y mami.

Está muy bien eso de elogiar cada cosa positiva que hace tu hijo:

“¡Qué dibujo más bonito, cariño, eres un artista!”

“¡Qué bien has jugado este partido! No has metido ni un gol, pero da igual, porque has dado unos pases espectaculares

Oye pues igual crías a un niño con la autoestima por las nubes, que se cree que es el mejor en todo y que se va a comer el mundo, pero cuando sea adulto se va a llevar un choque de realidad cuando vea que las cosas no son tan fáciles, que no es un ser maravilloso tocado por una luz divina, cómo le hacían creer sus padres.

En cuanto a la crianza respetuosa, está muy bien eso de evita el grito, el castigo físico y el menosprecio. Pero ¿qué me decís de explicar a tu hijo que la violencia es mala y que ante una agresión física de otro niño lo que tiene que hacer es dialogar o, si está en el cole, decírselo a la profe? Pues qué queréis que os diga, pero yo quiero que mi hijo el día de mañana sepa defenderse, y si le pegan pues que se lo devuelva. No quiero que mi hijo sea el matón del instituto, pero tampoco que sea un adulto incapaz de usar la violencia en momentos de extrema necesidad.

Los modos de crianza van cambiando con los años, ya nuestros padres huyeron de ciertas prácticas y rompieron con algunos roles que vivieron de niños, para criarnos a nosotros de una manera distinta a como ellos fueron criados por nuestros abuelos.

Ahora, las nuevas generaciones de papás seguimos echando abajo barreras y cambiando costumbres, porque queremos sanar nuestros traumas y conseguir que nuestros hijos no sufran ciertas cosas que sufrimos nosotros.

Intentamos hacer lo que creemos que es mejor para nuestros hijos, pero siempre habrá cosas que, cuando ellos sean adultos, considerarán que hicimos mal.

Es cierto, los papás no somos perfectos, cometemos errores, pero el objetivo de la crianza respetuosa es minimizar los daños y crear un entorno en el que el niño se sienta amado, valorado y seguro. Pero sólo vamos a conseguir eso, minimizar, así que cuanto antes asumamos que algún traumita le vamos a crear a nuestro hijo, mejor.