No somos “más que amigos”, pero dejemos de fingir que somos solo amigos.

A veces me pregunto si hay algo más complejo que una relación de amistad que es más que amistad, pero no es nada más.

Un complejo trabalenguas difícil de decir, pero más aún de manejar.

¿Os habéis sentido así en alguna relación a lo largo de vuestras vidas? No es algo que ocurra siempre, pero a veces sí, a mí sí …

La noche en la que nos besamos ese “solo amigo” y yo, comenzó como un juego de «ponerse al día», con un amigo de toda la vida, que sin embargo hacía tiempo al que no veía.

Un reencuentro entre dos amigos con una historia detrás. Una historia llena de situaciones divertidas y a veces incómodas, que escondían una atracción inocente del uno hacia al otro.

Una historia en las que hubo muchos momentos mágicos pero ningún momento divino.

Dejemos de fingir que somos sólo amigos.

El tiempo nunca parecía estar de nuestro lado, bailábamos en una danza en la que nunca llegábamos a encontrarnos. Tras años de acercamientos y de distanciamientos, de parejas fallidas y de muchas historias vividas… allí estábamos de nuevo.

Esta vez parecía que la danza tenía un baile lento preparado para nosotros, y es que, si solo somos amigos ¿por qué me siento así?.

Mi mente quiere escapar, mis piernas se niegan a moverse y mis emociones saltan de alegría y de nervios a la vez.

Solo estoy con un viejo amigo, ya sea romántico o platónico, un amigo que siempre tendría y tendrá un lugar en mi vida. 

La noche se pasó en un pestañeo, riendo, mirándonos e intercambiando nuestros diarios de abordo. Dos capitanes que parecían estar navegando sin rumbo, ¿y ahora, tenían tal vez un rumbo fijo?

Desglosando cada momento, cada comienzo y cada fin de cada capítulo de nuestras vidas, hablando del mar y los peces. Intentando adivinar el sexo de los ángeles, reescribiendo nuestros principios, nuestro concepto del amor de la amistad y de la felicidad…

Intentando encontrar el sentido de nuestras vidas, compartiendo sin temores, de esa manera que solo haces cuando sientes que estás en un espacio seguro.

Un espacio donde eres libre, donde no hay juicios, solo empatía, comprensión y esa vieja y a la vez renovada amistad.

amigos

Seguimos inundando nuestros sentimientos con palabras, llegó el momento de recordar nuestras primeras impresiones. Parece que siempre hubo “ese algo más”, y que de alguna manera intentamos despertar mutuamente nuestra atención.

Quizá siempre lo he sabido, o quizá no era del todo consciente porque mi cerebro estaba bajo otro hechizo. Y ahora que se confirma, no sé cómo debo sentirme, halagada y un poco triste a la vez.

Nos permitimos el lujo de describirnos mutuamente  con la máxima sinceridad. Sin duda alguna esa noche estuvo llena de buenos momentos, de llevar el corazón en la mano y de muchas risas certeras.

Me leyó como un libro abierto, y yo no sabía el «por qué» de mi comportamiento percibido, pero claro, había pasado años derramando mis historias más vulnerables con ese amigo.

Fue en ese momento cuando supe que esa noche no terminaría sin un beso.

Sin saber cómo, llegó ese momento divino, se acercó a mí, o yo a él, o ambos a la vez, y con un destello en nuestros ojos, nuestros labios muchos años después se encontraron.

Y en ese momento, dejamos de fingir que somos solo amigos.

Dejemos de fingir que somos sólo amigos.

Bailamos en blanco y negro, flotando entre el todo y la nada, equilibrando nuestra obsesión y nuestro enamoramiento. Los dos curiosos, dejamos de un lado nuestra historia y los fantasmas del pasado y nos envolvimos en el momento presente.

Al igual que lo había hecho nuestra amistad a lo largo del tiempo, esa noche se había basado en la confianza y la seguridad de poder revelar nuestros secretos y nuestras sombras.

Ese beso fue un recordatorio de nuestra capacidad de ser íntimos, de nuestra capacidad de amar.

Pero también de reconocernos como realmente éramos, como siempre habíamos sido, y probablemente como siempre seremos: “algo más que amigos”

Y ese beso se terminó, pero nuestra amistad se reanudó. Tras ese beso seguimos nuestro camino, juntos pero por separado, y con el recuerdo de esa noche inolvidable. 

Con la huella impresa en nuestros corazones de ese momento, en el que internamente nos dijimos, dejemos de fingir que somos solo amigos.