Dicen que se fue, pero no es cierto. A Verónica nos la han arrebatado. Y todo por el hecho de ser libre. De ser dueña de su cuerpo y su vida sexual. Por hacer lo que quiso teniendo derecho a ello. Con su partida, todas morimos un poco. Todas nos encogemos de rabia. Porque todas somos Verónica.
La vida depende del sexo. Así, como suena. Puro, natural, necesario, una cuestión de supervivencia. La salud también depende del sexo. Podría dedicar textos y textos a hablar de las ventajas que ofrece una relación sexual. Pero, ay amiga… Que resulta que las mujeres seguimos teniendo limitadas las opciones. El único sexo que vale es ese que practicas para traer bebés al mundo.
Él, con muchas amantes, es el amo. Tú, con muchos amantes, eres una cualquiera. Vergüenza debería darte tener un miembro viril distinto cada noche introduciéndose en tu cuerpo. Se te debería caer la cara del pudor por dejarte llevar por el placer a diario. ¿Vergüenza? ¿Perdona?
Quiero ser Verónica sin morir en el intento. Quiero acostarme esta noche contigo. Y mañana, con otro. Y pasado mañana, con un tercero. Y quiero que otro día seamos tres en mi cama. En otro momento, invitaré a alguna mujer. O a varias. Y el sexo será romántico, duro, con pasión, con juegos, con roles, con juguetes. Con lo que nos venga en gana.
Y quiero que quede plasmado en fotos y vídeos para rememorarlo cuando quiera, cuando queramos. Quiero ser mi actriz porno favorita, quiero ver mi cuerpo desnudo y excitarme. Ver mis orgasmos y enamorarme otra vez de mi misma. Quiero ver lo bella que me hace la libertad. Lo bonita que soy cuando dejo de tener razones para vivir con miedo.
Vivir sin miedo… ¿Tanto pedimos? Adueñarnos de nosotras mismas… ¿Tanto cuesta aceptarlo? Dejar de sentirme una estúpida cuando echo un polvo y lo grabo en vídeo. Que no se me señale a mí cuando acabe circulando por la red. No ser objeto de burlas y acoso. No perder oportunidades en la vida por el insignificante hecho de haber follado. Follar como folla cualquiera, como todo el mundo. Follar por placer, sin necesidad de procrear y con un tío al que conocí una noche y con quien no tengo ninguna perspectiva de futuro. Quiero y queremos follar sin que nos vaya la vida en ello.
Porque mi sexo no me convierte en la mala ni en la tonta de la película. Mi sexo me convierte en ser humano, igual que ese otro al que le consientes follar sin decirle absolutamente nada. La maldad reside en quien no me respeta, en quien se cree con derecho a difundir mis imágenes sin mi consentimiento, en aquellos que comparten en otros sitios, haciendo comentarios sobre las innumerables salvajadas que me harían si me tuvieran a tiro. Maldad es convertir el acto más natural que existe en mi sentencia de muerte.
De mayor, quiero ser Verónica. Quiero dejarme las carnes follando. Quiero gozar, jadear, experimentar, disfrutar, pasarlo mejor que en toda mi vida. Y quiero hacerlo sin esconderme, a cara descubierta. Y si alguien pregunta, quiero poder responder que sí, que esa soy yo dándolo todo salvajemente. Y que la vida siga.
Exijo, aquí y ahora, mi derecho a ser Verónica sin que me cueste la vida en el intento…
@mia__sekhmet