Acepta y pide ayuda para superar tus traumas, quiere tu cuerpo, normaliza tu sexualidad.

Paso la treintena. Perdí la virginidad, conscientemente, a los 17. Pero hace solo algo más de un año que disfruto del sexo. Suena horrible, ¿verdad? Pues por horrible que parezca, estoy segura de que a montones de vosotras os pasa algo similar. Y sigue siendo horrible.

  • TCAs: Bulimia, anorexia, un poquito de todo… Odias o has odiado tanto tu cuerpo que no quieres que te lo vean ni, mucho menos, te lo toquen.
  • Abusos y violaciones: Culpa, vergüenza, desconfianza. ¿Quién te asegura que no te pueda volver a pasar? ¿Te sentirás una buscona toda la vida?
  • Experiencias traumáticas: En algún momento te hicieron daño, o te traicionaron, o te pusieron los cuernos con alguien muy cercano a ti. O tu padre/madre tuvo un amante y lo descubriste en tu adolescencia.
  • Falta de experiencia: Eres virgen. O nunca has tenido relaciones con penetración. Nunca has hecho una mamada… O, simplemente, no te ves como las chicas del porno misógino que consume el 90% de la población.

Hay tantos y tantos factores que, sin saberlo, afectan a nuestra vida sexual.

Al igual que con la salud mental, este sigue siendo un tema tabú y vergonzante para muchas personas. Pero es importantísimo tener claros ciertos conceptos y concepciones, así como superar y asumir problemas pasados para poder disfrutar de algo tan primario, natural y sencillo.

En mi caso, he necesitado pasar por más de una depresión, por varios diagnósticos equivocados, años de terapia (algunas muy útiles; otras, una pérdida de tiempo). También por varias parejas asustadas y/o insatisfechas, por unos sentimientos de culpa e inutilidad gigantescos y, sobre todo, por una falta de placer y desconocimiento de mi sexualidad absolutos.

Pero cuando por fin buceas en las aguas más oscuras de tu pozo personal, entonces, y sólo entonces,  aparece todo. Salen los traumas, los abusos, los miedos… todo. Por fin lo sueltas, te desahogas y ves que hay solución. Que no eres la única, que muchísima gente ha sufrido, sufre y sufrirá cosas parecidas.

Y si tienes tanta suerte como yo, también aparecerá un ÉL (o ella).

Como si los astros se hubiesen alineado, la vida, aunque no maravillosa, te ofrece una cara mucho más amable. Alguien disfruta de tu cuerpo imperfecto; así, sin dorar la píldora ni derramando lágrimas. Tú disfrutas del suyo; igual de imperfecto, pero con el que consigues una conexión desconocida. Disfrutas de ti y de una relación sin tabúes ni secretos.

Probáis, reís, experimentais, os ayudáis a conoceros mutuamente, a conocer vuestros “yo” sexuales. Y todo ello con total naturalidad, confianza y comodidad. No importan las posturas imposibles, los intentos fallidos o los follodramas: ¡el sexo está normalizado! Podéis hablar de ello abiertamente, de forma seria o más informal, siempre en positivo y recíprocamente.

Hay que pasar un infierno, o algo muy parecido a ello. Pero cruzada la línea… no hay marcha atrás.

Eres una diosa. Sabes disfrutar y hacer disfrutar. No tienes miedo a pedirlo ni a darlo; ya no hay juicios, culpas ni vergüenza.

Es tu revolución sexual particular y ha llegado para quedarse. No la dejes ir ni caigas en malos hábitos. Pueden volver los fantasmas o las malas experiencias (ojalá estuviesen bajo control…), pero siempre puedes volver a ese momento o esa persona en la que te autodescubriste. Esa y solo esa eres tú. Deséate. Deséalo.

Anónimo.