Desde que soy madre no tengo amigas (y cómo he aprendido a vivir con ello)

 

Todo el mundo sabe que la vida da un vuelco cuando te conviertes en madre.

Yo era consciente de que nada iba a ser igual, que la llegada de mi hijo supondría un antes y un después. Tenía claro que no tenía por qué ser mejor ni peor, pero seguro que sería diferente. Intentaba asumir esos cambios como parte que son de todo ese proceso. Tocaba fluir, dejarme llevar de la mejor manera posible sin perder tampoco el control de la situación.

Confieso que, aunque en general me adapté bien, hubo algunas cosas que se me atragantaron. Lo veo ahora, una vez que ha pasado el tiempo, porque en el momento tampoco es que me diera mucha cuenta. El caso es que superé esas primeras etapas sin demasiadas incidencias y, hoy por hoy, soy una mamá feliz.

Desde que soy madre no tengo amigas (y cómo he aprendido a vivir con ello)
Foto de Pixabay en Pexels

Solo tengo una espinita clavada, una que no sé bien en qué momento me pinchó ni qué pude haber hecho para evitarla: Desde que soy madre no tengo amigas. Y no me ha quedado otra que aprender a vivir con ello, con esa desazón de no saber exactamente cómo, ni cuándo ni por qué pasó. Ni si de haberlo sabido, hubiera cambiado algo por mi parte.

Echo la vista atrás y recuerdo a mis amigas saltando de alegría cuando les di la noticia de mi embarazo. Éramos muy jóvenes, pero yo siempre había querido tener hijos pronto y mi chico es algo mayor, así que para nosotros era el momento. Ellas aún estaban lejos de pensar en tener descendencia, pero estaban emocionadas ante la perspectiva de ser ‘tías’.

 

Desde que soy madre no tengo amigas (y cómo he aprendido a vivir con ello)

 

Al principio desde luego era evidente. Viví el embarazo rodeada de unas amigas que se preocupaban de mí y de mi bebé como si fuéramos hermanas. Sabían cuándo me tocaba revisión, compraban detallitos constantemente, las sentía muy cerca.

Fue a raíz del nacimiento del niño cuando empezamos a alejarnos. De forma tan gradual que no me di cuenta hasta que, más o menos al año o así, caí en que lo que teníamos ya no se podía llamar amistad. No es amistad cuando no os veis, cuando no habláis, cuando no compartís más que memes en un grupo de whatsapp.

Desde que soy madre no tengo amigas (y cómo he aprendido a vivir con ello)
Foto de Porapak Apichodilok en Pexels

Yo las echaba de menos, pero no les seguía el ritmo. Nuestras vidas discurrían en caminos diferentes y creo que faltó el ánimo de hacerlos coincidir por ambas partes. Ellas tenían sus preocupaciones, sus horarios, sus estudios o trabajos, sus aficiones… Y yo tenía los míos. Los cuales, después del nacimiento del niño, se habían vuelto totalmente incompatibles con los de ellas. Intenté forzarlos en alguna ocasión. Intenté dejar a un lado a la madre y ser solo la chica para recuperarlas, pero debí hacerlo tarde. Porque mis intentos no obtuvieron resultados.

Por lo que oí a través de terceros, las había dejado de lado y me había vuelto una madre coñazo.

 

Desde que soy madre no tengo amigas (y cómo he aprendido a vivir con ello)

 

He aprendido que la amistad, como el amor, no se puede forzar.

Y supongo que he dejado de echarlas de menos. Aunque sigo echando de menos tener amigas en un momento vital en el que me es muy complicado socializar. En parte por ser una ‘madre coñazo’ (nótese el sarcasmo) de esas que tiene que hacerse cargo de su hijo porque para eso lo ha tenido. En parte porque mi horario laboral tampoco me deja mucho margen. De modo que, además de apoyarme mucho en mi familia, me conformo con las charlas de parque (lo poco que puedo ir) y con el chat del cole (el reducido en el que me ha metido una madre muy simpática y en el que se habla de todo un poco). No cubro ni de lejos lo que cubriría con una sola amiga de verdad. Pero ayuda. Y tal vez me dé la oportunidad de acabar encontrando una.

 

Anónimo

 

Envíanos tus vivencias a [email protected]

 

Imagen destacada