AL PRÓXIMO QUE DIGA “VOY A DORMIR COMO UN BEBÉ”, ME LO MERIENDO

 

Todos sabemos cómo duermen los bebés, los que tenemos bebés y los que no, porque es culturilla general. Los bebés duermen siempre que no comen o lloran porque se han hecho caca. Y los primeros meses básicamente duermen. Vale, pero dormir… ¿Cuántas horas? Pues toda la noche, como unos benditos, si acaso se despiertan una vez para comer y ya. Y se levantan bien descansados y felices. Porque son bebés, y los bebés siempre duermen con cara de tranquilidad. Esto es así. De toda la vida, por eso lo de “voy a dormir como un bebé”, y si lo dice el dicho es porque es verdad.

¿Cómo? ¿Qué dices, loca? ¿Qué tu bebé no duerme como un bebé? Pero qué disparate es ése, tendrás un alien.

Caras de asombro largas como un día sin pan me he tenido que tragar al decir que mi bebé no dormía. Caras de no madres, pero de madres también. Sobre todo de esas madres que generalizan lo que hace su retoño como lo ideal en el desarrollo infantil. Ya sabéis, las de “uy, pues mi hijo/a…” mil veces mejor y más guay que el tuyo. Vaya, hombre, mi bebé no se iba a desarrollar bien porque no dormía las 16 horas reglamentarias en un bebé de su edad. Tendrá Harvard vetado.

Y es que tengo un bebé que sólo durmió como un bebé (de esos del dicho) la primera semana de su vida. Dormía 22 de 24 horas. Se ve que cumplió el cupo con creces y a la semana pasó a dormir 8 horas por la noche (con sus despertares, en plural) y un par de horitas o tres durante el día, repartidas en varias minisiestas.

Yo iba cronometrando cada siesta para sumar los minutos y ver cuántas horas completaba al día. Imaginaos la desesperación. Pensaba que era mi culpa. Quizás no lo alimentaba bien, o no lo estimulaba, o era algo de salud o el colchón no era tan bueno como me vendieron al comprarlo.

dormir

Lo hablé con la matrona. Me dijo que lo mínimo eran 10-12 horas, y que procurase que durmiese más. Mmm, ¿reviento a actividades a un bebé de un mes? Porque tan peque tampoco es que se mate por jugar conmigo…

Entonces lo consulté con la pediatra. Ella echó un vistazo general, me preguntó si estaba irritable durante el día, si lloraba mucho o si tenía cólicos, y al contestar que no, me dijo: “hay bebés que son osos perezosos y hay otros que son alondras. El tuyo es alondra y no pasa nada, mientras el resto del día esté feliz”. Y yo veía a mi bebé crecer y parecía feliz, sonreía, interactuaba, comía lo que le apetecía, nada alarmante. Pasaban los meses y sus ritmos seguían igual. A veces dormía media hora más, otras menos, y siempre se levantaba a la misma hora.

Pero las noches se hacían muy cuesta arriba porque tardaba en dormirse una eternidad y no empalmaba más de 3 horas seguidas. Daba igual pecho, que biberón, que colecho, que cuna. Su reloj interno decía que era momento de despertarse, comer y estar un rato largo balbuceando en la oscuridad hasta que se aburría y se volvía a dormir. Un par de veces mínimo. Mientras, nosotros nos tirábamos de los pelos totalmente somnolientos. Noche tras noche, semana tras semana, mes tras mes.

bebé

Y la maldita frase salía a colación. Y yo me mordía la lengua. Después de un día de piscina, después de una comida copiosa, tras una quedada de compras o una caminata por la ciudad: “Buah, vamos a dormir todos como un bebé, jaja”. Será como el bebé del quinto, porque ya te digo yo que el mío no. Y en una de éstas lo solté. Al próximo que diga eso, me lo meriendo.

Anda, exagerada, que ya sabemos que en los inicios no duerme ni el tato, pero que tu bebé no duerma no quiere decir que los demás no lo hagan plácidamente.

Por suerte, a lo largo de estos meses, al desahogarme, también me he encontrado con gente que  pasa o ha pasado por lo mismo. Y que se cagan en quien ideó la frase de las narices y en quien la repite como un mantra.

Como todo, se tienen idealizadas tantas cosas entorno al bebé y la maternidad que al salirse de la corriente supuestamente normal, te sientes como un bicho raro e incomprendido. Y ya no más.

Madres de bebés que no duermen “como bebés” alzad la voz y que se nos oiga.

 

Carla Jano